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Reportaje:FÚTBOL | La jornada de Liga

Gerard vuelve a pisar fuerte

Rijkaard pretende que el centrocampista sea en el Barça el mismo que fue en el Valencia

Viernes, 3 de octubre. El Barcelona ha programado la sesión preparatoria para las seis de la tarde. Gerard López (Granollers, 1977) llega al Camp Nou 70 minutos antes del entrenamiento. Hace apenas 20 horas que el centrocampista y el resto de la expedición han aterrizado en El Prat, procedentes de México, donde el miércoles 1 el Barça perdió (2-0) un partido amistoso con el América. ¿Cansado? "Estoy como nunca", asiente con la puerta del vestuario entreabierta; "he dormido como un niño pequeño y me siento en forma, animado y motivado para recibir al Valencia".

Ni rastro del temible jet lag. La vitalidad que desprende Gerard es contagiosa. A cada empleado con el que se cruza le saluda de manera efusiva. Feliz y concentrado, antes de ponerse el traje de faena, apaga el teléfono móvil, el mismo aparato que le traicionó en Eslovaquia y le dejó sin jugar ante el Púchov en la Copa de la UEFA. "Me cambio en un minuto", advierte, "y hablamos del Valencia y de nosotros". A Gerard todo le va de cara este curso y no quiere que nada se lo estropee. Está centrado en el encuentro contra su antiguo equipo. Pocas citas tienen tanta carga sentimental para él como la de esta noche.

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Gerard es y se siente titular en su Barça, al que regresó, hace tres temporadas, después de explotar en Mestalla. Consciente de que ha alcanzado la madurez y siempre que las lesiones le respeten, quiere dar sus mejores años como futbolista al club de sus amores. Le quedan esta campaña y otra más para triunfar en su casa. "Voy día a día. No sé lo que pasará dentro de dos años", cuenta, "pero, si me centro en mi trabajo y lo hago bien, no temo por mi futuro en el Camp Nou".

Por el momento, va por buen camino. Ha sido fijo en los cinco partidos de la Liga: los cuatro primeros, formando el doble pivote con Xavi, y el último, ante el Atlético, en el Calderón, complemetando un centro del campo de altura con Motta, Cocu y Luis Enrique, todos por encima de los 1,80 metros. "Frank Rijkaard confía en mí", constata; "como centrocampista, me pide sacrificio, ordenar al equipo, tratar bien el balón y que vaya hacia arriba cuando lo crea conveniente". "Es un fútbol que requiere trabajo y compenetración entre las líneas", prosigue; "nos faltan mecanismos que pulir, pero la cosa va funcionando". Y añade: "Por ejemplo: ante el Atlético, el mister optó por un centro del campo alto porque el del rival es fuerte físicamente. Xavi fue sacrificado, pero no debe sentirse suplente porque cada partido es diferente. Ante el Valencia, seguramente Xavi y yo volveremos al doble pivote por las sanciones de Cocu y Motta".

Futbolista pura sangre, ahora más que nunca vuelve a sentirse centrocampista con preferencia para actuar de pivote o interior. "Rijkaard me pidió que volviera a ser el jugador del Valencia", revela; "no se trata de una individualidad, sino de un grupo". "Nosotros tenemos un buen centro del campo, pero no ha alcanzado todavía el nivel que tiene el del Valencia, un equipo tan bien organizado y trabajado que se renueva continuamente sin perder estilo", matiza; "Baraja, Albelda, Vicente y Jorge López forman una excelente línea media, compacta, trabajadora, con buena salida de la pelota, muy bien compenetrada. Muchos llevan tiempo jugando juntos y se nota. Se defienden con precision y atacan vertiginosamente cuando se les da espacios".

En cualquier caso, Gerard recuerda que no coincidió en Mestalla con la mayor parte de los titulares del equipo de Rafa Benítez. Del suyo sólo quedan Cañizares, Carboni, que le tiene al corriente de cuanto ocurre, y Pellegrino. "Ahora, además, está Aimar", observa interesado; "es un crack. A nivel ofensivo, el argentino es la referencia. Sabe dar ritmo al cuadro, controla los tiempos, tiene gol, no es egoísta y su técnica es impresionante. Después de un año de adaptación, está demostrando que es el mejor. Su progresión debe de ser todavía enorme".

Pese a los elogios hacia su ex equipo, Gerard no siente envidia del Valencia ni de la Liga que ganó ni de su liderato actual, sino que asegura que está dónde siempre ha querido, en el Camp Nou, dispuesto a ayudar a poner al Barça en su sitio. "Ya nos toca ganar en casa", proclama; "es lo prioritario. Fortalecer la confianza y la estima del público, que ha vuelto al estadio, se consigue con resultados. El espectáculo vendrá con el tiempo. Necesitamos ganar al Valencia porque llevamos demasiadas derrotas y también más partidos de la cuenta sin ganar en nuestro terreno".

Tan entregado a la causa liderada por el nuevo presidente, Joan Laporta, que ha expresado su disposición a revisar a la baja su contrato, Gerard confía en su polivalencia para reafirmarse como titular. El medio catalán cierra, ordena, llega y tiene un poderoso juego aéreo, requisitos que Rijkaard estima especialmente, como ha demostrado al devolverle a la titularidad tras sancionarle en Púchov por una cuestión disciplinaria, que no del juego. "Mi puesto en el Barça es bastante parecido al que tenía en el Valencia", recuerda; "mis labores son defensivas y ofensivas, siempre en sintonía con Xavi o Motta, dependiendo de quien juegue. Si uno de los dos sube, yo me quedo. Y, si yo subo, Xavi o Motta se queda. Ya lo hacía con Farinós". A Gerard le viene bien recordar buenos tiempos para reecontrarse con su mejor fútbol; "Tengo ganas. Viene el Valencia, el campo se llenará, el partido también se televisará. El escenario ideal para conseguir la primera victoria casera".

Gerard, posando con el uniforme azulgrana.
Gerard, posando con el uniforme azulgrana.ARDUINO VANNUCCHI

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