El Zaragoza coge aire
El equipo aragonés empata ante un Villarreal que salió muy fuerte, pero acabó diluyéndose
El Villarreal salió como un obús, pero se fue diluyendo como un azucarillo tal y como pasaban los minutos. Quizá creyó demasiado pronto que había hecho todos los deberes. Quizá creyó que el gol de Víctor, quien enganchó en el minuto 4 un golpe franco a lo Beckham, era suficiente para derrotar a un Zaragoza que llegó a El Madrigal con un aire deprimido que tardó un rato en evaporarse. El caso es que el grupo de Paco Flores inyectó una dosis de humildad al Villarreal de Benito Floro y, de paso, cogió un poco de aire después de un inicio de curso nefasto que había puesto a su técnico en el disparadero.
Hasta que el equipo de Flores se espabiló, allá por el minuto 15, el Villarreal lo zarandeó con un juego alegre y fluido, a menudo al primer o el segundo toque. Parecía que la noche iba a ser placentera para el conjunto de Floro, cuyos jugadores se recrearon durante un cuarto de hora. José Mari estuvo a punto de marcar en un remate digno de un acróbata. Riquelme aparecía para meter pases entre líneas, ofreciéndose continuamente a sus compañeros. Todo apuntaba a que el Zaragoza iba a pasar un suplicio y a que Flores tenía los minutos contados en el banquillo aragonés.
VILLARREAL 1 - ZARAGOZA 1
Villarreal: Reina; Martí, Ballesteros, Quique Álvarez (Guayre, m. 70), Arruabarrena; Belletti, Coloccini, Roger; Riquelme; Víctor (Anderson, m. 70) y José Mari.
Zaragoza: Laínez; Rebosio, Milito, Álvaro (Paco, m. 48), Toledo; Galletti, Ponzio, Soriano, Corona (Drulic, m. 81); Cani (Martín Vellisca, m. 78); y Villa.
Goles: 1-0. M. 5. Víctor, de falta directa.
1-1. M. 22. Centro de Cani desde la banda izquierda, Galletti toca con la cabeza y Villa remata con la derecha.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Milito, Quique Álvarez, Soriano, Laínez y Toledo.
Unos 15.000 espectadores en El Madrigal.
Pero, de repente, el choque dio un vuelco. El Zaragoza rescató su mejor fútbol y el Villarreal se dejó llevar de forma incomprensible, sobre todo para la grada. De la mano de Cani, un futbolista con una cintura prodigiosa, de ésos que regatean con un amago de cadera, el grupo de Flores encontró aire. Encerró al equipo local en su campo y se encomendó al ligero y desequilibrante Cani. Éste fabricó el empate con un centro al área que tocó de cabeza Galletti para que Villa batiera a Reina.
Al Villarreal le tocó empezar de nuevo. Y ya no fue tan fácil. Riquelme desapareció del mapa, bastante más vigilado que en el arranque. El media punta argentino frenó en varias ocasiones el ímpetu y la velocidad que sus compañeros imprimían al juego. Eso provocó que la gente incluso abucheara al ex jugador del Barcelona.
En el orden y la disciplina basó el Zaragoza su plan. Y también en la estrecha vigilancia a los atacantes locales, que encontraron mucho menos espacio. A la mínima, Víctor o José Mari se llevaban una tarascada. Pero el Zaragoza no se limitó sólo a protegerse. Cada contragolpe suyo llevaba veneno. Así, Villa se plantó solo ante Reina, pero su tiro se topó con el portero; Cani amenazaba cada dos por tres con sus eslalons, y Villa, de nuevo, puso al meta local en aprietos con un remate de cabeza que acarició un poste.
En los últimos minutos la entrada al campo de Guayre y Anderson aportó frescura y mordiente al juego ofensivo del Villarreal, que buscó con más ahínco la victoria. En vano.
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