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Columna
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Devolviendo favores

Creo haberles contado que hace tiempo que llegué a la conclusión de que tengo una tara que me impide gozar -o, más bien, sufrir- entusiasmos inquebrantables, por lo que no soporto el fútbol ni nunca he considerado que "la verdad" fuera patrimonio de ningún partido político, ni de ninguna organización social, sindicato, patronal, cofradía o peña. Es por eso, también, por lo que el sectarismo me parece la característica más insufrible de la política. Con frecuencia, este apasionamiento intransigente, estas adhesiones inquebrantables, terminan siendo contraproducentes y sólo benefician al adversario.

Es lo que le ha sucedido, por ejemplo, al ministro de Justicia, José María Michavilla, cuando acusó a la Junta de Andalucía de los errores en la instrucción del caso Wanninkhof. No es sólo que, en aquellos tiempos, la Justicia estaba transferida aún a la Junta, sino que ni la Junta ni el Ministerio de Justicia, que se sepa, tienen ninguna vela en ninguna instrucción, lo que te lleva a preguntarte si Michavilla ha tratado alguna vez de enderezar una decisión judicial que considerara errónea, lo que, imagino, excede sus funciones y podría incluso constituir delito.

Una vez más, el PP parece empeñado en ayudar a Manuel Chaves a ganar unas elecciones, aunque, eso sí, para compensar, también hay quienes en el PSOE parecen obstinarse en atemperar esta victoria no ahorrándose la más mínima manifestación de sectarismo.

El pasado fin de semana, el museo Picasso de Málaga era presentado en Mijas a los empresarios de la hostelería. (Por cierto, ¿por qué en Mijas y no en Málaga? ¿Por qué en un hipódromo y no en el propio museo? ¿Quizá porque Mijas tiene alcalde socialista y fueron socialistas los promotores del hipódromo? ¿Era una alusión al relinchante caballo malherido del Guernica?)

Según leo en el diario Sur, y me confirman un par de asistentes, no estaban los directores de los grandes hoteles de la Costa ni los principales responsables de las agencias, pero no faltaba ni un solo concejal socialista, ni ningún representante de la Junta, lo que, inevitablemente, impregnó el acto de un tufazo electoral. A los invitados se les pasó un video en el que, según me cuentan, salían más Chaves y Carmen Calvo que el propio pintor.

Las relaciones de la industria turística con el museo Picasso están basadas en la paciencia: paciencia para aguantar los reiterados retrasos en la inauguración y, últimamente, paciencia para obtener los horarios del museo para incluirlos en sus programaciones. Durante meses, los horarios parecían un secreto y la única respuesta que obtenían los que se interesaban por ellos es que el asunto dependía "de Sevilla", que es, por cierto, la respuesta que más puede impacientar a un malagueño. Esta temporada, muchos cruceros o paquetes turísticos no podrán incluir la oferta de la visita al museo por culpa de este secretismo.

Pero lo más significativo de la presentación es que no estaba invitado el alcalde malagueño, que es del PP, y cuyo Ayuntamiento, curiosamente, no forma parte del Patronato del museo. Cualquiera diría que alguien en el PSOE tenía prisas por devolver al PP el favor que Michavilla les acababa de hacer.

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