Los viajes de Wagner

Un Wagner sinfónico a ritmo de bolero, blues o muñeira. A los 120 años de la muerte del compositor de Leipzig, ése es el reto del productor germano-norteamericano Ben Lierhouse: unir fragmentos de obras de Richard Wagner con música cubana, jazz o flamenco, en sus discos grabados en La Habana, Nueva York y Madrid. "Me encanta la música de Wagner, pero entiendo que un joven de 20 o 30 años no esté dispuesto a escuchar una ópera de tres horas y media. Todo el mundo conoce melodías de Wagner. Y en las bandas sonoras de Hollywood roban música de Wagner".

"Soy plenamente consciente del lado oscuro de Wagner: el racismo, el ego, los nazis... Pero tiene tanta música fantástica que sería una pena que sus pensamientos políticos impidieran escucharla. Por eso me quito el sombrero ante Barenboim", dice. "Wagner es estupendo para el rock o el heavy-metal, pero yo había viajado a Cuba y me di cuenta de que no había en otro lugar del mundo tantos músicos capaces a la vez de dirigir un coro, tocar en una orquesta clásica y un grupo de rock", cuenta. "Además, en el pequeño Museo de la Música de La Habana ¡hay un cuadro de Richard Wagner! No me lo podía creer".

Para Parsifal goes La Habana (Gateway4M / Nuevos Medios), Lierhouse eligió cuidadosamente los motivos wagnerianos, que ha mezclado con boleros, sones o guaguancós, con ayuda del pianista Ramón Valle y la Orquesta Gateway. El viaje de Wagner a Cuba, primero de una serie que podría llegar hasta doce, sigue con Siegfred's olé en España, que cuenta con la guitarra de Gerardo Núñez, la trompeta de Jerry González y el piano de Pepe Rivero. "La tercera se titula Tristan meets Isolde in Harlem y la han grabado músicos de jazz y un coro de gospel de Nueva York, y canta Randy Crawford. La cuarta se está gestando en Brasil".

"En los grandes centros comerciales hay miles de compactos y eso significa que si trabajas con producciones especiales sólo tienes dos posibilidades: que te den una subvención o lograr algún patrocinio. Pero mi meta es producir música de calidad que la gente quiera comprar, porque ¿de qué te sirve hacer un buen disco si sólo lo van a comprar dos o tres mil personas? En un mes estarás en bancarrota".

Ben Lierhouse se muestra entusiasmado con Madrid. "Vine hace cuatro meses y la gente de la música me decía que la idea de trabajo que yo traía era complicada", cuenta. "Para mí es el paraíso. Conozco bien París, Londres, Berlín, y aquí hay músicos que lo único que necesitan es un concepto sólido. Ésa es la clave". Lierhouse tiene previstas seis producciones para una serie que va a llamarse Una noche en vivo. Café Berlín en Madrid. "Un guitarrista como Gerardo Núñez, por ejemplo, no tiene en España el reconocimiento que merece. Cuando va a tocar a Hamburgo las entradas se venden en tres horas", afirma. "Al escuchar hace años Flamencos en Nueva York me dije que algún día lo tendría en una de mis producciones".