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Reportaje:FÚTBOL | La jornada de Liga

El debutante silencioso

El sevillista Reyes asume con tranquilidad, a sus 20 años, su salto a la fama y a la selección

No hay quien robe la sonrisa a José Antonio Reyes. El delantero del Sevilla, que hoy se enfrenta al Deportivo en la tercera jornada de la Liga, vive tranquilo mientras su nombre no deja de sonar entre los bastidores. "No veo este deporte como una manera de estar presionado. Para mí, es la mejor excusa posible para estar alegre todo el tiempo", comenta.

El pasado miércoles debutó en un partido oficial con la selección española. Frente a Ucrania salió en el segundo tiempo y jugó escorado a la izquierda, una posición a la que debe amoldarse. Su estreno quedó oscurecido por el de Torres, ahora perseguido por la crítica tras fallar un penalti. "Si el seleccionador me hubiera dicho que lo tirase yo, no habría dudado ni un instante. Pero no estaba en el campo. Fue el día más feliz de mi vida".

"A mí sólo me gusta un tipo de fútbol: el que apuesta por el regate y por tener el balón"
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Acabado el encuentro, mientras el equipo entero se encargaba de reivindicar el liderazgo y la valía de Raúl, autor de los dos goles de España, Reyes cruzaba de puntillas el vestuario. Estaba feliz. Había cumplido uno de sus sueños desde que pateaba el cuero en las calles de Utrera (Sevilla), donde nació hace 20 años. Y así sigue, en estado de gracia, desde que comenzó la temporada, especialmente desde el 1 de septiembre, el día de su cumpleaños, el día en que Sáez le regaló la gran oportunidad de estrenarse con la selección. Primero, en Portugal; luego, en Elche.

Reyes conoció a sus compañeros de la selección el 20 de agosto en la localidad madrileña de Las Rozas. Anulado el plan inicial, que exigía un largo viaje a México para la disputa de un amistoso, Sáez convocó a los jugadores para un entrenamiento. Cuando terminó la sesión, los futbolistas abandonaron el vestuario con paso cansino. Torres, también debutante ese día, no tuvo más remedio que disimular el sonrojo que le produjo una muchedumbre de fans que no se cansaban de gritar su nombre. Reyes, en cambio, recorrió el pasillo que le conducía al autocar como si acabara de protagonizar una gran fiesta. Tenía un móvil nuevo y una pulsera dorada luciendo en la muñeca. "Estoy en una nube", dijo. Sáez reconoció que el sevillano tenía "un punto más" que el resto. "Pues a mí no me dijo nada", declaró el jugador.

Un cúmulo de circunstancias han propiciado el acelerón de Reyes, que en dos meses ha revalorizado su figura. Primero, el Sevilla fijó la cláusula de rescisión de su contrato en 100 millones de euros. "Una barbaridad", según él. Y es que el Manchester United había enviado a varios observadores para seguir de cerca sus evoluciones. La afición no consentiría que su enseña se fuera a las primeras de cambio. Luego, la llamada de la selección. Por último, las expectativas que suscita el Sevilla, empeñado en molestar a los grandes y en el que destaca el de Utrera, aunque sea en la banda izquierda. "Estoy cómodo. No es mi posición, pero me acostumbraré". La mezcla de jugadores de ataque garantiza altas prestaciones: Darío Silva, Gallardo, Reyes y la revelación, Baptista, también conocido como La Bestia. "Es un refuerzo muy bueno. Demostraremos que tenemos un gran equipo", apunta el delantero, que la pasada temporada sumó ocho goles en la Liga.

Como Diego Tristán o José Mari, Reyes pertenece a la denominada escuela sevillana, un semillero de talentos con un talante definido: el gusto por el buen fútbol. A Reyes y Gallardo, por ejemplo, les une el amor por el regate, por el permanente contacto con el balón. "La cantera de Sevilla, y más concretamente la del Sevilla, está llevando a cabo un trabajo magnífico", afirma Reyes, que agrega: "A mí sólo me gusta un tipo de fútbol: el que apuesta por el regate, por tener el balón constantemente".

Reyes representa la precocidad en el fútbol. Maneja unos números sólo al alcance de Torres, llamado, como él, a liderar la selección en un futuro no muy lejano y con quien ganó el Campeonato de Europa sub 19 en agosto de 2002. "¿Liderazgo?, De momento, hay que trabajar", matiza.

Desde los nueve años pertenece al Sevilla, que siempre le ha tratado como la más firme promesa de su cantera. A los 16 debutó en Primera en un partido contra el Zaragoza. Desde entonces se ha dedicado a mejorar, pero confiesa que esta temporada se encuentra ante su gran oportunidad. Lo más elitista del fútbol internacional tiene una agenda con su nombre en la primera página. No le importa. "Soy un tipo tranquilo al que le gusta sobre todo estar con su familia y con su novia", asegura.

SCIAMMARELLA

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