"Es necesario reclutar más payasos que soldados"

Nacido en San Fernando (Cádiz) en 1973, Alex O'Dogherty se enroló en Payasos sin Fronteras antes de formar parte de la compañía La Jácara. Participó en algunos programas de la televisión andaluza antes de intervenir en series como Padre Coraje, Un paso adelante, Ana y los 7, Policías o El comisario. Ha trabajado en largometrajes como El Portero,El factor Pilgrim y El traje. Es jurado del Festival Alcances de Cádiz, que hoy fallará sus premios.

Pregunta. Usted ya era un actor comprometido antes de que sus compañeros invadieran el Congreso.

Respuesta. Personalmente, siempre me he relacionado más con lo social que con lo político. Cuando estudiaba en Sevilla se creó Payasos sin Fronteras, la idea me encantó y entré sin dudarlo. Pero no sé si es un paso que tiene más que ver con el hecho de ser actor o de ser persona.

P. Mientras haya más soldados que payasos, ¿qué futuro nos espera?

R. Me temo que un futuro bastante parecido al presente. Sería necesario reclutar más payasos.

P. Suele decirse que la televisión no es mala, que los malos son los programadores. ¿Usted se lo cree?

R. Desde luego. Creo que en televisión se pueden hacer cosas excelentes. En el último año he hecho cuatro o cinco series, y la mayoría me ha gustado. Es cierto que hay cosas espantosas, pero es que en este medio casi todo se hace por dinero. Y mientras la gente vea esas porquerías, mientras millones de espectadores sigan ante la pantalla, están alimentando el negocio. Ellos también son culpables.

P. El factor Pilgrim se rodó en 21 días, con tres millones de pesetas. ¿Es una demostración de que no necesitamos grandes presupuestos, sino buenas ideas?

R. Sí, y también demuestra que están empezando a haberlas. Puede que la gente empiece a darse cuenta gracias a películas como ésta, o como La Fiesta, que se ha estrenado hace poco. Este verano he trabajado en otro proyecto muy interesante, Recambio, en el que ninguno ha cobrado.

P. Usted vivió en primera línea el renacimiento del cine andaluz, un cine con proyección exterior y sin complejos, ¿cómo fue?

R. Más que un renacimiento, fue un verdadero nacimiento. Fue algo muy emocionante: en Sevilla empezaron a moverse estudiantes de imagen y jóvenes actores, surgió el proyecto Cinexin en el que estábamos todo el día allí, cargando y descargando, aportando cosas, lo veías todo... Era la hora de trabajar sin que nadie nos reprimiera.