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Crítica:VALLADOLID | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como para turistas

Para el día de la Virgen de San Lorenzo, que da nombre a las fiestas y a la feria de Valladolid, se anunció un festejo especial. Cuando los taurinos preparan algo especial, cuando menos hay que ponerse a temblar. Para estos actos, el ganado sale gordo, acochinado, aparentando trapío. El peso lleva consigo caídas, volteretas y embestidas mortecinas. Beneficiarios, los cardiólogos. No hay taquicardia que valga. El trío de espadas tiende a ser de variopintos cortes artísticos. Ejemplo: el aflamencado, el bullidor y el encimista. Todo salió tal cual. El esperado festejo era para turistas.

En el que abrió festejo, Javier Conde se pasó los dos primeros tercios atrincherado tras el capote. Salvo probaturas. Inició el trasteo de muleta por bajo, con aflamencada figura. El último de los trapazos le salió con efecto contrario, lo que hizo que el torete cayera por los suelos rompiéndose una pata y quedándose inservible para el resto de la faena. Lo pasaportó de indigno bajonazo. En su otro, faena de flamencos desmayos por el pitón derecho. Lo desmayado, aunque sea realizado con el pico de la muleta y fuera de cacho, tiene su aquél. Sirve, entre otras cosas, para ocultar deficiencias técnicas, y lo flamenco, para desatar pasiones.

Jandilla / Conde, Abellán, Tejela

Toros de Jandilla, desiguales de presentación, encastados, flojos y nobles. Javier Conde: bajonazo (silencio); estocada delantera y caída -aviso-, descabello (oreja). Miguel Abellán: media estocada (silencio); estocada (silencio). Matías Tejela: estocada, descabello (saludos); estocada (silencio). Plaza de toros de Valladolid, 8 de septiembre, 3ª de feria. Media entrada.

Miguel Abellán se puso plan bullidor ventajista ante la ovejuna embestida de su primero. No sólo aburrió, sino que le protestaron. En el que hizo quinto, lo intentó todo, pero sin alma. Atropellado, con prisas, ahora de pie, luego de rodillas, sin orden ni concierto.

Matías Tejela, generoso en el esfuerzo y entregado, como a destajo. Innumerables fueron los pases que pegó a su primero. Todo esto con ambas manos y a diferentes distancias, sin terminar de acoplarse. Dejó sabor y calidad en algunos pasajes. En el que cerró festejo, un toro con casta y calidad, pero sin apenas fuerzas, que debió ser devuelto por el señor presidente. Así lo exigió la afición y aplaudidores en general. En los primeros pases de muleta, el animal se partió una mano, quedando inservible para la lidia. El disgusto del joven torero fue grande, y la bronca que el respetable proporcionó al usía de turno fue monumental. Ya se sabe, los presidentes son como los árbitros caseros, siempre barren para la empresa. La afición y sus derechos se la traen al pairo.

Para que nada faltara, la orquesta tiró de repertorio y lo tocó todo, hasta los arrastres de los toros. Nota, tocó y tocó bien. Tres festejos, tres medias entradas. La reventa anda perdida. Hoy, en vez de vender compraba boletos. No hay quien lo entienda. A partir de ya aparecen las figuras en el coso de Zorrilla a doble jornada por cabeza.

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