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Reportaje:REPORTAJE

Repliegue islamista en Marruecos

Los islamistas del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) obtuvieron el año pasado su mayor éxito, en las elecciones legislativas de septiembre, en Tánger. En la ciudad del Estrecho conquistaron la mitad de los seis escaños de diputados. Un año después no presentan, sin embargo, aquí candidatos a las elecciones municipales del próximo viernes.

Tánger no es una excepción. El PJD tampoco concurrirá en otras grandes urbes, como Agadir, y en varias ciudades que podrían estar a su alcance, como Casablanca o Fez, sólo presenta candidaturas en algunos de sus barrios. En total, sólo unos 4.000 islamistas, cuatro veces menos que los socialistas o los nacionalistas del Istiqlal, aspiran a ocupar concejalías en Marruecos.

Sólo unos 4.000 islamistas, cuatro veces menos que los socialistas o los nacionalistas del Istiqlal, aspiran a ocupar concejalías en Marruecos en las elecciones del próximo viernes
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Hace un año, en las legislativas, el PJD triplicó sus escaños. Las municipales que se celebrarán dentro de cinco días deberían haberle permitido ampliar esa victoria y aupar a alcaldes islamistas al frente de varias ciudades que, hasta hace unos meses, decían querer convertir en escaparates de su gestión. Han renunciado a ello. ¿Por qué?

El casi pavor a una oleada islamista incitó, primero, a retrasar las municipales previstas para junio. Ismael Alauí, el líder de los ex comunistas marroquíes, fue el primero en pedirlo en vísperas de la guerra de Irak, cuando el clima político no era lo suficientemente sereno para celebrar la consulta. Dijo en voz alta lo que otros partidos pensaban. A regañadientes, los islamistas aceptaron el aplazamiento decidido por el primer ministro, Driss Jettu.

Después, el 16 de mayo, una oleada de atentados sacudió Casablanca, con un saldo de 45 muertos. Los partidos tradicionales, empezando por los socialistas, y su prensa acusaron al PJD de haber creado el sustrato en el que echaron raíces los kamikazes culpables de la sangrienta tragedia. Algunos llegaron a apostar por su ilegalización.

El PJD, única formación islamista legal, condenó entonces sin paliativos el terrorismo. En los meses posteriores a su triunfo electoral, sus dirigentes y órganos de prensa habían cometido, sin embargo, múltiples excesos verbales abogando, por ejemplo, por el cierre de los centros culturales extranjeros, exigiendo la prohibición de ciertas películas y denunciando a tiendas y garitos que vendían alcohol, alguno de los cuales fue saqueado.

Piel de cordero

La sangre derramada en Casablanca por otros islamistas, infinitamente más radicales, y las críticas unánimes de sus adversarios obligaron al PJD a adoptar un perfil bajo. Desde hace tres meses, el primer partido de oposición se reviste de una blanca piel de cordero. Su consejo nacional publicó en julio un comunicado afirmando que "los judíos marroquíes son ciudadanos de pleno derecho". Su primer mitin electoral, a finales de agosto en Rabat, estuvo dedicado a reivindicar la "marroquinidad" del Sáhara.

Queda por aclarar si este haraquiri de las candidaturas islamistas ha sido decidido motu proprio u obedece, en parte, a presiones de las autoridades deseosas de dar de Marruecos una imagen de normalidad. Abdelilá Benkiran, otro dirigente del PJD, reconoció públicamente que la dirección islamista se había entrevistado, a principios del verano, con la cúpula de Interior.

La contención electoral ha provocado cierto desasosiego en las filas del partido. Dos dirigentes locales de Casablanca dimitieron para poder concurrir a las municipales como independientes en circunscripciones en las que no había candidaturas del PJD. "No sé hasta cuándo los jóvenes militantes van a aceptar una estrategia que consideran de claudicación", se pregunta un profesor conocedor de los ambientes islamistas.

Manifestación de mujeres islamistas en Casablanca, en marzo de 2000.
Manifestación de mujeres islamistas en Casablanca, en marzo de 2000.REUTERS

¿Victoria recortada del PJD?

HACE UN AÑO el avance de los islamistas legalizados del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), en las elecciones legislativas de Marruecos, causaba sorpresa. Triplicaban sus escaños en el Parlamento, hasta alcanzar los 44 diputados, pese a que sólo se presentaron en el 61% de las circunscripciones electorales. Se convertían así en la tercera fuerza política marroquí detrás de socialistas y de los nacionalistas del Istiqlal, a los que derrotaban en muchas ciudades.

Presentadas por el entonces primer ministro, el socialista Abderramán Yussufi, como las primeras elecciones "limpias y transparentes", la honradez del escrutinio de septiembre de 2002 ha sido puesta en duda a posteriori por políticos marroquíes, entre ellos el socialista Mohamed Guessus; por semanarios independientes, como Le Journal y Tel Quel, y por observadores extranjeros, como el profesor español Bernabé López.

Driss Jettu, quien desempeñaba entonces la cartera de Interior y ahora es primer ministro, rechazó en abril las acusaciones de la prensa independiente. "El desarrollo del proceso electoral y la proclamación de los resultados han tenido lugar (...) bajo la responsabilidad directa de magistrados y bajo el control directo de los delegados designados por las listas o por los candidatos", afirmó en un comunicado.

Los islamistas no se sumaron a esa retahíla de denuncias, pero en privado sus dirigentes aseguran que fueron las principales víctimas de tongo. "Con los datos de los que disponemos, estimamos que el poder rebajó nuestro éxito en 26 escaños -de 70 a 44- sobre un total de 325 en el Parlamento", explica uno de los principales responsables del PJD que prefiere que no se publique su nombre.

"Sin esos enjuagues seríamos ahora la primera fuerza parlamentaria", prosigue el dirigente. "Nuestro sobrepeso electoral fue repartido entre las dos formaciones tradicionales, socialistas e Istiqlal, pero no se benefició a los llamados partidos de la Administración que adquirieron sus sufragios de otra manera", añade aludiendo a la compra de votos.

En la mayoría de las grandes ciudades, explica este miembro de la dirección islamista, el Ministerio del Interior quitó arbitrariamente un diputado al PJD, y en Casablanca, al menos tres. En la capital económica logró once escaños, sobre un total de 27, en lugar de los 14 que, según ellos, les correspondían.

Otro tanto sucedió con la llamada lista femenina destinada a favorecer la entrada de mujeres en el Parlamento. Sus resultados son más significativos aún porque las candidatas competían en una circunscripción única que abarcaba a todo Marruecos. "Conseguimos el 18% de los sufragios para nuestra lista de mujeres (unos 800.000 votos); en segundo lugar se colocaron los socialistas, con un 11%, mientras que ningún otro partido llegó al 10%", concluye el responsable islamista. "Aún así nos atribuyeron sólo cuatro de los 30 escaños en juego, uno menos que los socialistas".

"(...) parece, según todos los observadores, que los resultados fueron retocados para disminuir el peso del partido islamista", escribe Bernabé López en el último número de la revista Política Exterior" El retoque llevó, aparentemente, un tiempo porque Interior tardó más de 90 horas -80 más de las previstas- en dar a conocer el escrutinio.

El grueso de los partidos marroquíes han dado, sin embargo, por bueno el desenlace de las legislativas, a diferencia de lo que hicieron después de otras muchas consultas, incluidas las elecciones generales de 1997 que auparon al poder a Yussufi.

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