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La norma permite beber en la calle si no se altera el orden

Si bebes, no molestes. Ése es el espíritu del anteproyecto de Ley de Prevención del Consumo Indebido de Bebidas Alcohólicas, conocida popularmente como Ley Antibotellón. El artículo 16.2 del anteproyecto regula los lugares en los que está permitida la "venta o dispensación o el consumo de bebidas alcohólicas, dentro de zonas o dependencias específicamente habilitadas al efecto". Entre dichos espacios, el apartado e) cita los "lugares, vías o transportes públicos cuando no se altere la tranquilidad ciudadana o el derecho a la libre circulación de las personas".

En este punto la ley estatal abre una vía de interpretación que la hace mucho menos clara que las normativas vigentes en varias comunidades autónomas. La Ley de Drogodependencias de la Comunidad de Madrid, creada en mayo de 2002 cuando aún estaba caliente la polémica por la práctica juvenil -perjudicial para su salud y molesta para los vecinos- de beber en la calle combinados alcohólicos de alta graduación, deja menos espacio para las dudas. En su artículo 30.2 prohíbe taxativamente "la venta y el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, salvo terrazas, veladores, o en días de feria o fiestas patronales o similares regulados por la correspondiente ordenanza municipal". Comunidades como Castilla y León, Cantabria o Cataluña cuentan con normativas similares a la madrileña.

El hecho de permitir la venta y el consumo en la vía publica si no se altera el orden público busca, según la exposición de motivos del futuro texto legal, "un equilibrio proporcionado entre los derechos de los consumidores, en el ejercicio de su libertad personal, y los de las restantes personas".

En la Comunidad de Madrid, la prohibición legal de consumir alcohol en la calle, castigada con multas de hasta 300 euros o con trabajos en beneficio de la sociedad, retrajo en un primer momento a muchos jóvenes de practicar el botellón. Un año después de su entrada en vigor, sin embargo, los vecinos del centro de la capital vuelven a quejarse de la presencia de jóvenes que beben y meten ruido a las puertas de sus casas, contraviniendo la ley sin que nadie se lo impida.

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