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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Los rascacielos y el cristal transforman Moscú

La capital rusa quiere cambiar su fisonomía. Nuevas construcciones se erigen en los barrios de la ciudad. Míticos edificios se derriban. La Torre Rusia tendrá 648 metros y 115 pisos.

Pobre Moscú, marcada por dos georgianos de mal gusto". Esta frase, de un poeta moscovita, resume una opinión popular. El juicio, parcial e injusto, contiene algo de verdad. El primer georgiano es Stalin: sus famosos siete rascacielos aún definen la fisonomía de Moscú. El segundo, el escultor Zurab Tsereteli, una afirmación más discutible, aunque algunas de sus construcciones (monstruosas para muchos) sirven de punto de referencia.

Los turistas que pululan por Moscú pueden ver en el rascacielos estaliniano de la plaza de Kudrinskaya a los obreros que lo limpian, y que ya adquiere el color crema original. El hotel Ucrania (otra de las torres erigidas en los años cincuenta por orden del dictador) ya ha sido limpiado, mientras que el Leningrado, junto a la plaza de las Tres Estaciones, busca inversores que lo reparen antes de que se derrumbe.

Moscú está remozándose y cambiando con modernos edificios con cristal y torretas
Los rusos tendrán el edificio más alto del mundo hasta que los chinos, en Shanghai, construyan el suyo

Moscú está remozándose y cambiando con modernos edificios con cristal y torretas. Frente a la plaza Roja, este año comenzó el desmontaje del hotel Inturist, de 1970, que será reemplazado por un Hilton, y este verano se decidió demoler el mítico hotel Moscú, frente a la plaza de Manege. La asimetría de los laterales de su fachada se debe al temor a Stalin, quien firmó el proyecto sin reparar en que le ofrecían dos posibilidades. Nadie se atrevió a preguntarle cuál prefería y optaron por usar ambas. Demolido, el Moscú renacerá: "Lo reconstruiremos según el proyecto de Schusev, agregándole elementos que no realizó en 1935", dice Alexandr Kuzmín, el arquitecto jefe de la capital. Alexei Schusev, autor del mausoleo de Lenin, corrigió el proyecto original. Ahora, lo que se construirá bajo tierra será tan importante como el hotel y en el futuro habrá una zona peatonal subterránea, que unirá el centro comercial bajo la plaza de Manege con la plaza del teatro Bolshoi, pasando por el Moscú.

Lo más curioso de la demolición es la petición que unos historiadores de Minsk, la capital bielorrusa, han hecho a las autoridades: darles la escalera del Moscú. El escritor Yanka Kupala murió al caerse de ella en 1942 y ellos creen que si la obtienen podrán probar que su muerte no fue accidental. Venerado por los bielorrusos como su gran poeta (Iván Lutsévich era su nombre), los especialistas creen que Kupala fue asesinado por el KGB, pero el Servicio Federal de Seguridad asegura que la causa de su muerte fue más banal: estaba borracho.

Precisamente enfrente del Moscú, en el Manege, hay unas muestras del criticado arte de Tsereteli (conocido en España por el huevo de Colón instalado en Sevilla): unos patitos y otros animales que hoy adornan las fuentes de la plaza. Pero los puntos de referencia que usan los moscovitas son "la cucaracha en el palo", el obelisco con la diosa griega Nike en el parque de la Victoria, y el céntrico Pedro el Grande. Las críticas (un grupo de moscovitas recolectó firmas para un referéndum con el fin de desmontar al zar de 70 metros) no hacen mella en el escultor georgiano, y la llamada tseretelización de Moscú continúa. Tsereteli, amigo del alcalde Yuri Luzhkov, es presidente de la Academia de Bellas Artes de Rusia y ha creado un museo, que ha denominado humildemente Museo de Arte Moderno.

El auténtico museo de arte moderno ruso se encuentra cerca de la estatua de Pedro el Grande y del museo de esculturas al aire libre, donde está el Félix Dzerzhinski que se alzaba frente a la sede del KGB, derribado por las masas enardecidas tras el fracaso del golpe de Estado de agosto de 1991.

Pero Moscú está cambiando. Ya se encuentran reflejos de la arquitectura mundial: el complejo de oficinas en Taganka, inspirado en Frank Gehry; el Instituto de Finanzas por Correspondencia, en Hans Hollein; la clínica dental de Ostózhenka, en Peter Eisenman; la casa de viviendas Sokol, en Friedensreich Hundertvasser; los pasos para peatones en el Tercer Anillo, en Santiago Calatrava.

El mayor cambio, que finalizará en 2007, modificará drásticamente la fisonomía de Moscú. Se trata del proyecto Moscú-City, que se iba a construir para la Exposición Internacional de 2010. Pero la capital rusa perdió el concurso y la muestra se celebrará en Shanghai (China). A pesar del revés, las autoridades moscovitas anunciaron que han conseguido inversores para al construcción de los rascacielos de la City, que tendrán 2,2 millones de metros cuadrados y costarán 10.000 millones de euros. La perla será la Torre Rusia, 200 metros más alta que las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York: 648 metros y 115 pisos. Si todo va como está previsto, los rusos tendrán el edificio más alto del mundo hasta que los chinos, en Shanghai, construyan el suyo, de más de un kilómetro de alto.

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