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CORAZONES DE VERANO.
Columna
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Arnold, gobernador

EN EL LECTURAS me topo con Schwarzenegger. Estoy muy a favor de su candidatura a gobernador de California, y ya he empezado los trámites para empadronarme en esa tierra fértil, productora de nueces. Les diré por qué. He leído que, mientras dure la campaña electoral, "los filmes de Schwarzenegger han sido prohibidos en las teles generalistas porque podrían constituir publicidad electoral". (¿Publicidad positiva o negativa?). Es una idea que aplaudo. Quiero ser californiana. Y no es que no me guste Conan. Me encanta. Es por el precedente. Ahora, sólo se trata de luchar para que otros actores y directores sensibles hagan carrera política. Pienso sobre todo en Kenneth Branagh y Robin Williams. Yo estoy dispuesta a sacrificarme. Si se presentan a gobernadores, durante sus campañas electorales soportaré que se reponga El Club de los Poetas Muertos y Hamlet. Superaré como pueda saber que en la tele, durante unos meses, no oiré a Branagh gritando lo de: "¡Yo amaaaba a Ofeeeelia!", ni a Williams susurrando: "Caaarpe diiiiem". Los bondadosos Michael Moore y Roberto Benigni, por cierto, también serían grandes políticos.

¿Se dan cuenta? Con este nuevo orden mundial, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, descansaría, porque nadie podría escribir titulares sobre él, haciendo chistes del tipo: Un Kofi muy cargado. También descansarían los artistas Rafael Amargo y Julio Bocca, los pobres. Nunca más tendrían que leer críticas sobre su trabajo, con titulares tan innovadores como: Un espectáculo nada Amargo o Con la Bocca abierta. Pero el más beneficiado sería el futbolista Gabi Milito. Se acabó el Gabi, Milito y Ronaldito, que pudimos leer no hace mucho, o el Gabi, Milito... y faltaba Fofito. De todas formas, ni el policía Schwarzenegger podría enfrentarse a los titulares de otro policía. Nos referimos al incomparable Manuel Giménez. Es ese agente de pelo cano, que se parece a Leslie Nielsen (el de Aterriza como puedas) y que escribe en la revista de crímenes Así son las cosas. Cómprenla y asómbrense con sus titulares, que son de otro mundo. Eché de casa al cerdo es uno de los que nos ofrecen en el número pasado. No es que una señora haya expulsado a un gorrino del domicilio familiar; el cerdo es el esposo. También titulan, muy acertadamente, Las puñaladas del odio, porque, cuando apuñalas, suele ser ese el sentimiento que te domina. O Lucía, cinco veces desgraciada, sobre la noticia de una señora que perdió a cinco familiares.

El actor Arnold Schwarzenegger.
El actor Arnold Schwarzenegger.AP

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