Tarde en Canal Sur
No veo televisión, ni me interesa. Salvo en el caso del pase de una película de Berlanga o algo así. Ahora bien: llegó el verano de Córdoba, con indolencia incluida; enciendo el televisor, brindo por las noticias sobre algunos estadounidenses reventados, y conclusión, me quedo adormilado. Algo me llama la atención. Y empiezo a gritar: ¡Genial!, ¡genial!, ¡genial! Y no pude dejar en el abandono mi atención centrada en Canal Sur (era media tarde).
Existen, al parecer, una señora llamada Raquel y un señor llamado Chiquetete. Ambos deben ser conocidos por algo que todo el mundo comparte. El caso es que se han separado o algo así. En el infecto programa (titulado, Verano y Medio) hace declaraciones la afectada, afirmando que el interfecto Chiquetete le hizo pupas en un ojo. Y se suman declaraciones telefónicas de quienes no se sabe si son la tía de la prima de la abuela con la madre presente en autos con autos que se chocan con el amante de la amante y representante de la taratanieta que quiere opinar porque el hijo de los padrinos no estuvo en el bautizo del tío abuelo que apareció con su nueva amiguita que se acostaba con el coger del pelandrún que pasa por hermanastro de la hermana abandonada (será en la Inclusa, digo) de aquel que era amigo de ella pero que ahora el amigo de él mientras el suegro metía opinión para pelearse con la suegra de la otra que no era tal sino la misma y el chozno berreaba porque las cosas de familia tienen que quedar en familia (ya se sabe, la gente comenta y la gente es mala), justo cuando el cuñado le espeta al padre del primo que la sobrina del abuelo es una descocado y ¡esto no puede ser!, ¡adónde vamos a parar!, para resultar todo en que el nuevo amigo de la tal Raquel (un tío con horribles pelos colgándole al "costao" de la camisa y con gomina en la parte muy superior, muy a la espantosa moda gitana) no entiende de las infidelidades de los infieles (¿los indios o los moros?) y que él ya verá lo que hará ante el juzgado al cual será citado seguramente por una Pepi que no quiere que la nombren (perdón por hacerlo), si bien la otra suegra fue testigo de lo que dijo la nuera del yerno que le tocó en desgracia precisamente cuando el nietecito golpeó la puerta y salvó a la madre de su madre de la paliza que le daba el padrastro de la tía abuela al joven retoño que se ensañaba con el primo del taratanieto.
¡Genial!, ¡genial!, grité. Me encontré de pronto con el regalo de una mezcla de Ionesco, Beckett, Mrozak y todos los otros grandes del absurdo. Pero por si esto no fuera todo, surgió ante la indolencia de la media tarde una cantante de coplas que afirmaba: "Estabas con otra", y luego un anuncio con un rubito que cantaba al amor de madre en un bautizo.
Pues, nada: que me lo pasé pipa. Sólo me pregunto: ¿por qué los jueces tienen que perder el tiempo en apelaciones sí y apelaciones no de estas estupideces cuando tiene que atender a cosas más serias?
Por ejemplo, determinar hasta qué punto es válida la Ley de Extranjería para ser aplicada (no lo es, ¡claro está!) o hasta dónde hay que ampliar la ley de embriones y varios etcéteras. Con todo, seguiré creyendo en la necesidad de este tipo de panegíricos de la idiotez. Canal Sur me ha salvado, si no la vida, al menos la tarde. No habría que olvidar que cuanto más haya de este material más tranquilo estaremos los que queremos crear. Gracias por todo.
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