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Entrevista:João Fernandes

"Los grandes museos están fatigados de toda su historia"

João Fernandes (Bragança, 1964) ha sido durante seis años la mano derecha de Vicente Todolí. Director adjunto del Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Serralves desde la marcha de su predecesor a la Tate Modern, el pasado mes de febrero, ha tomado el timón de la nave con decisión y confianza. Licenciado en Lengua y Literatura Modernas, doctor en Fonología Portuguesa, Fernandes ha sido comisario independiente de grandes artistas del contexto internacional, como Douglas Gordon, Richard Long o Christine Borland, y conoce al dedillo el panorama artístico de su país. La conversación se desarrolla en un español casi perfecto: "Los portugueses somos un poco contrabandistas de los idiomas", afirma.

"Hoy la cultura se confunde con el turismo; la masificación, con la democratización de la sensibilidad; la circulación, con la globalización"

PREGUNTA. Todolí ha situado Oporto en el mapa de los museos más prestigiosos de Europa. ¿Qué nuevos retos se plantea para Serralves?

RESPUESTA. Vicente Todolí llegó a Oporto después de haber creado una programación y una colección en el IVAM. Cuando empezamos a diseñar el nuevo Serralves, yo era simplemente un free-lance. Estar con él fue como vivir en un periodo de formación, yo trabajaba más en un contexto portugués, pero para nosotros el arte jamás ha tenido pasaporte. Han transcurrido seis años y creo que es el momento de relanzar el museo y asumir nuevos desafíos. Para mí lo fundamental es explicar los orígenes del arte contemporáneo para entender mejor la creación actual. Me interesa que el museo se afirme como un concepto de interrogación continua de su relación entre la plástica y la sociedad. Un museo no es una fábrica de teoría, sino un laboratorio de experiencias que permite a cada uno confrontarse y desarrollar las teorías que quiera sobre el arte. No queremos caer en el riesgo de confinar programáticamente una visión del arte, ni de imponer un punto de vista único.

P. ¿Cómo se traducirá eso en la programación?

R. En el arte no está todo hecho, en Oporto no queremos hacer un museo como los que ya existen fuera. La idea es que sea único, como únicos serán los artistas que vengan a exponer. Thomas Hirshhorn, un artista que, como Broodthaers, se plantea continuamente para qué sirve el espacio del arte, propondrá un proyecto de confrontación con su propio trabajo. Él ha acumulado durante los últimos 15 años un conjunto impresionante de piezas, pero a la vez su desafío ha sido el de mirar toda su obra no desde el punto de vista de una antológica, sino como si fuera un laboratorio. A él le interesa crear un método de reflexión sobre la obra en el museo, organizar sus proyectos anteriores con una instalación específica para esa exposición. Éste es el nuevo modelo de retrospectiva que defendemos.

P. Portugal y, hasta hace relativamente poco, España, no tenía una infraestructura artística importante. ¿La sociedad ha entendido el nuevo concepto de museo que proponen?

R. Hoy los museos forman parte de un contexto en el que la cultura se confunde con el turismo, la masificación con la democratización de la sensibilidad, la circulación con la globalización. Es importante interrogarnos sobre el papel de los museos hoy y por qué son útiles para los artistas y para la sociedad. Cuestionar el papel del museo ha sido una constante durante todo el siglo XX. Las grandes instituciones tienen que discutir cuál es el sentido de una colección, de un archivo. Me refiero a la Tate, al Beaubourg. Se crean nuevos museos para albergar una colección y esto no deja de ser una paradoja con el carácter efímero del arte contemporáneo. Y en cuanto al público, no se puede pensar jamás que no está preparado o que simplemente es estúpido. El año pasado, Serralves tuvo 220.000 visitantes, este año podemos superarlo. Desde su creación, con 120.000 visitas, se ha duplicado. La verdad es que los portugueses no han tenido ocasión de conocer a sus artistas y mucho menos de conocer el arte que se hace en el mundo. Pero somos un país muy curioso. Partir de cero te da la libertad de no repetir otros modelos y de trabajar con la curiosidad de los públicos. Los artistas no están construidos con modelos de recepción ya establecidos en la sociedad. Ni en las escuelas de arte ni en la crítica hay principios establecidos, todo se puede hacer de nuevo y eso es una experiencia muy rica que permite una libertad de programación y de colección.

P. ¿Cuál es la relación de Serralves con otros centros europeos?

R. Tenemos que ser conscientes de que aquí cuesta todo el doble. Un problema que surge en un museo de Alemania o Suiza es un problemita, aquí ese problema puede poner en cuestión todo un proyecto. Y en eso hemos estado muy atentos. Hay toda una exigencia de profesionalidad, en la producción, en la conservación. Antes, pedir una obra a un coleccionista para que viniera a Portugal era como pedirla para que fuera a una isla perdida en el Pacífico. En estos años, Serralves ha construido también una imagen y somos conscientes de que la periferia puede crear deseos en relación con los centros. Además, los grandes centros culturales están fatigados de toda su historia, hoy hay una curiosidad muy grande por todo lo que pasa en el mundo. La globalización no puede ser la imposición de un lenguaje. Ser periférico tiene sus ventajas, por ejemplo, el artista puede enfrentarse más duramente con algunos problemas sin ser invadido por los problemas de los otros, con la idiosincrasia de su cultura.

P. Uno de los fuertes del centro es la colección.

R. No nos gusta presentar la colección como un monumento de la institución, lo que significa tener doscientas obras de arte en la que el artista es la representación de su nombre. La colección es un archivo de preguntas, un momento de confrontación, un espacio, un tiempo y un lenguaje. Es importante que la gente sienta la colección como una biblioteca a la que puede ir a buscar una obra y crear momentos de vida, y no como una de esas bibliotecas a las que nadie va y que se ven sólo los títulos en los lomos. Una colección no es para bibliófilos. Un museo es una fábrica de experiencias y no una fábrica de legitimaciones.

P. En España creemos que Portugal no conoce suficientemente el arte que se hace aquí, y sin embargo hay muchos artistas portugueses que exponen en museos españoles.

R. Yo creo que en España no se conoce el arte joven español. Fuera ironías, la cuestión es que el arte joven que se produce en cualquier parte del mundo no es conocido suficientemente en sus propios contextos. Pero sí puedo decir que en Portugal hay un gran interés por el nuevo sistema de museos en España. Hay grandes infraestructuras y una feria, Arco, la gran feria de arte de Portugal. A ella no sólo van los galeristas, millares y millares de portugueses acuden cada año a Arco. Es un fenómeno muy curioso. El problema está en los espacios llamados de emergencia, como los que encuentras en Nueva York y Londres. Tanto en España como en Portugal el panorama es, en este sentido, muy precario.

João Fernandes, director del Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Serralves.
João Fernandes, director del Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Serralves.ANABELA TRINDADE

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