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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Lluís Pascual y Jesús López Cobos devuelven la pasión por la ópera

El festival de Pesaro estrena 'Le comte Ory', un espectáculo acogido con delirio a pesar de algunos abucheos aislados. El tenor peruano Juan Diego Flórez volvió a demostrar en el papel protagonista que no tiene rival en el repertorio belcantista

La santísima trinidad de la ópera, es decir, la unión de canto, acompañamiento orquestal y puesta en escena en una única sensación artística verdadera, ha recalado en el teatro Rossini de Pesaro. El título elegido por la divinidad ha sido Le comte Ory, una joya a veces oscurecida en el favor de los públicos por la cantata hermana Il viaggio a Reims. Muchos números musicales entre las dos hermanas son, efectivamente, idénticos, aunque cada una de ellas tiene su personalidad. A Rossini le sirvió, entre otras cosas, para demostrar la versatilidad de su música, su capacidad de abstracción. Le comte Ory es, además, una obra en la que se manifiesta como en pocas ese sello tan rossiniano que es la ambigüedad, tanto a niveles musicales como poéticos e intelectuales.

¡Qué bien lo ha sabido ver Lluís Pasqual! El juego teatral que plantea es soberbio, tanto desde el punto de vista narrativo como lingüístico, con un sentido del humor de una sutileza extraordinaria. Las cartas están boca arriba desde el comienzo. Únicamente hay que dejarse llevar. La espléndida dirección de actores marca el espectáculo. El propio Pasqual realiza la escenografía y el vestuario: telones rojos en semicírculo, lámparas, espejos. Teatro de toda la vida, multiplicado al infinito por la insinuación de un gesto, por la maestría del movimiento y la distribución, por la creación de una lectura personal, simplemente subrayando lo que está escrito en el libreto. Su propuesta es sabia e imaginativa, ligeramente corrosiva, ligeramente irónica.

Jesús López Cobos hizo una dirección musical antológica, sacando un portentoso sonido de la Orquesta del Teatro Comunal de Bolonia. Une el director zamorano a sus virtudes habituales -organización, precisión, equilibrio- un extraordinario instinto rossiniano. "Melodía sencilla, ritmo claro", que diría el compositor, lo que en una dirección orquestal se traduce en gracia y ligereza. López Cobos estuvo detallista, comunicativo. Muy lejos de la rigidez (o el refinamiento, para ser más exactos) con la que dirigió en el Liceo esta temporada Il viaggio a Reims, tuvo en Pesaro una frescura rítmica y una agilidad asombrosas.

Las voces, ay, qué maravilla: en su totalidad y una a una. El peruano Juan Diego Flórez (le comte Ory) es, para qué nos vamos a andar por las ramas, el mejor tenor belcantista del planeta, con ese refundido de técnica a lo Blake o a lo Kraus, y el color vocal a lo Pavarotti o Domingo. Un fenómeno, que además anteayer mostró unas condiciones excepcionales como actor. Frasea con una elegancia irresistible, tiene una facilidad para los agudos diabólica y su presencia escénica es determinante para mantener la tensión.

Presencia escénica tuvieron asimismo Stefania Bonfadelli (la condesa) y Marie-Ange Todorovitch. La primera, una soprano lírica de coloratura, con cierto parecido físico a Hillary Clinton, es una seductora desde su forma de cantar: suave, envolvente, meticulosa. Y la segunda es una de esas cantantes seguras e inteligentes. El trío del final del segundo acto con ellas y Flórez fue para enloquecer. Alastair Miles (el gobernador) convenció, y hasta sorprendió, y Bruno Pratico (Raimbaud) cumplió con solvente profesionalidad.

Al final, el delirio en la sala, salpicado por algunos abucheos (minoritarios, pero fuertes) a Lluís Pasqual. Il comte Ory de Pesaro, al igual que La clemenza di Tito de Salzburgo, estrenada hace menos de una semana, están ya en el cuadro de honor operístico del año 2003. Devuelven la confianza en la ópera y demuestran por qué es el espectáculo artístico más completo y embriagador que existe. Si se hace así, claro.

Los cantantes Juan Diego Flórez, Marie-Ange Todorowitch y Stefania Bonfadelli, durante su actuación en la ópera <i>Le comte Ory.</i>
Los cantantes Juan Diego Flórez, Marie-Ange Todorowitch y Stefania Bonfadelli, durante su actuación en la ópera Le comte Ory.

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