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Crónica:NATACIÓN | El prodigio de Baltimore no se detiene ante nada
Crónica
Texto informativo con interpretación

La bestia del agua

Michael Phelps bate por cuarta vez en el año el récord mundial de 200 estilos y cierra los Campeonatos USA con cinco oros

Santiago Segurola

Mike Phelps, el joven prodigio de Baltimore, cerró con un nuevo récord mundial -1m 55,94s en los 200 metros estilos- su épica temporada, memorable por los registros conseguidos y por la generosidad de un nadador que ha devuelto al deporte a los tiempos donde lo impensable era posible, a la época de Mark Spitz en 1972, o a la del atleta Sebastián Coe, autor de tres récords mundiales en junio de 1979. En una era donde los deportistas siempre parecen bajo control, resignados a la especialización, manejados por entrenadores que buscan un pico exacto durante la temporada, siempre en alguna gran competición, llega Phelps y no se detiene ante nada. Este año ha batido ocho récords del mundo, siete de ellos en los últimos 41 días.

Ha devuelto su deporte a los tiempos en que lo impensable era posible, al Spitz de Múnich 72
Bowman, su entrenador, perdió la apuesta y se tuvo que afeitar la cabeza junto a la piscina

El último lo conquistó en la madrugada del domingo, en la Universidad de Maryland, escenario de los Campeonatos de Estados Unidos, en los que no han participado la inmensa mayoría de los nadadores norteamericanos que disputaron en Barcelona los Mundiales en julio. Se sentían física y mentalmente destrozados por el esfuerzo, a pesar de que ninguno había asumido los extenuantes desafíos de Michael Phelps, que en Barcelona nadó las pruebas de 100 y 200 metros mariposa, 200 y 400 metros estilos, la final de 4x200 metros libre y la sesión clasificatoria de 4x100 metros estilos. Su estela fue tan impresionante como su desgaste: cinco récords mundiales y uno estadounidense, suficiente para pensar que el año estaba terminado. Y no.

Apenas una semana después acudió a Maryland, su estado natal, para concluir su hazaña. En los campeonatos nacionales ha disputado todas aquellas pruebas que no domina, en las que se siente como un novato. La fatiga no ha podido con su abrumador poderío: ha ganado los títulos nacionales de 100, 200 y 400 metros libre -las dos últimas con récords de Estados Unidos-, los 200 espalda y se ha reservado un fabuloso récord mundial en los 200 metros estilos, la única prueba que conocía al dedillo. Ningún nadador había logrado esta proeza. Johnny Weissmuller, Mark Spitz y Tom Dolan, tres de los mejores de la historia, consiguieron cuatro títulos en una edición de los campeonatos nacionales. Phelps se lleva un botín de cinco.

Dice Phelps que era necesario explorar sus posibilidades y sus reservas de energía ante el reto que afrontará en los Juegos de Atenas. Su objetivo es amenazar la legendaria cosecha de Spitz, ganador de siete medallas de oro en los Juegos de Múnich. Ahora mismo sería el casi seguro ganador en los 200 metros mariposa y en los 200 y 400 metros estilos. Sus probabilidades serían altísimas en los 100 metros mariposa, la prueba donde fue sorprendido por su compañero Ian Crocker en Barcelona. En los relevos tendría un puesto casi seguro en el 4x100 libre, prueba que el equipo estadounidense sólo ha perdido una vez en los Juegos Olímpicos, en los 4x100 metros estilos, donde los norteamericanos no tienen rival, y en los 4x200 metros libre, patrimonio actual de Ian Thorpe y los australianos. Y en un buen día, Phelps sería además una amenaza considerable para Aaron Peirsol en los 200 metros espalda. Eso le colocaría en el umbral de las ocho medallas de oro.

Su último récord del mundo fue producto de una apuesta. Parecía imposible bajar de 1m 56,04s, la marca que estableció en Barcelona, la mejor de los Mundiales, según los especialistas. Su entrenador Bob Bowman creía que el chico no se acercaría al récord. Tenía el depósito vacío después de 22 carreras en 19 días. Phelps le dijo que bajaría de 1,56 minutos y que le haría afeitarse la cabeza si lo conseguía. Bowman se lo tomó medio en broma. Mejor si se lo hubiera tomado en serio. Sabe que Phelps es un depredador de récords. Lo era con 10 años -todavía posee algunas de las mejores marcas de Estados Unidos en ese grupo de edad-, lo fue con 14, cuando se clasificó para participar en los Juegos de Sydney, y lo es con 18, convertido en el gran referente de la natación. Bowman, un hombre rechoncho, soltero, del que se dice que come y bebe natación, se tuvo que afeitar la cabeza junto a la piscina. Su nadador se lanzó a por el récord mundial sin pensar en las escasas energías que le quedaban. Cada parcial era mejor que el récord de Barcelona. Bowman comenzó a temer por su cabellera. A su lado, un compañero de Phelps blandía un bote de espuma, unas tijeras y una maquinilla de afeitar. El campeón bajó de 1,56, golpeó el agua con sus puños y dirigió una mirada a su entrenador. La apuesta estaba ganada. Era su undécimo récord mundial individual desde que batió el de 200 metros mariposa en 2001, con 16 años.

No descansará mucho. Esta semana acudirá a Nueva York para entrevistarse con los directivos de las empresas para las que ha firmado contratos millonarios de publicidad. Su pegada comercial se ha disparado. En un momento de crisis en el atletismo norteamericano, y ante la evidencia del descrédito de las sucesivas ediciones del Dream Team de baloncesto, Phelps será el hombre a seguir en los Juegos. Peter Daland, el jefe de los entrenadores del equipo estadounidense en los Juegos de Múnich, ha declarado que Phelps es mejor que Mark Spitz, "pero todavía no lo ha demostrado en los Juegos". El camino empieza ahora mismo: la próxima semana Michael Phelps regresa a los entrenamientos en Baltimore.

Michael Phelps celebra eufórico la consecución del récord mundial de 200 estilos.
Michael Phelps celebra eufórico la consecución del récord mundial de 200 estilos.ASSOCIATED PRESS

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