Toreros y toros pasan inadvertidos
Los toros de Guadiamar en el primer tercio corrían impetuosos, pero después, una vez recibido el primer puyazo, no servían para nada, andaban como espectros por el ruedo. Eran unos toros de los que da gusto verlos corretear por el campo, con la extranjera de turno señalando dulcemente.
Más en serio lo dejó escrito con letras cargadas de razones como caballos nuestro querido Joaquín Vidal: "Los toros se caen porque el taurinismo quiere que se caigan".
Y así es. Así pasó con los toros de ayer en Vitoria. Se cayeron porque los contrataron para que se cayeran. Además, por si acaso, supuestamente pidieron que se arreglaran los pitones de las fieras. Dicho esto, los tres toreros estuvieron a la altura de los toros. Esto es: pasaron inadvertidos y llegaron ilesos a la hora de cobrar.
Guadiamar / Rivera, Morante, Manzanares
Toros de Guadiamar, la mayoría inválidos, manejables, con las astas supuestamente manipuladas. Rivera Ordóñez: tres pinchazos y dos descabellos (silencio); tres pinchazos, media estocada -aviso- y dos descabellos (ovación). Morante de la Puebla: cinco pinchazos y descabello (silencio); pinchazo y estocada desprendida (silencio). José María Manzanares: pinchazo y media estocada (silencio); media estocada perpendicular (silencio). Plaza de toros de Vitoria, 5 de agosto. Primera de feria. Media entrada.
Rivera Ordóñez tuvo una actuación muy discretita en su primer toro. Faena aseadita, bastante vulgar y paremos de contar. Sólo en su segundo toro tuvo un ramalazo temperamental y le dio al burel cinco largas cambiadas, empezando la primera en la raya para adentro y acabó con la quinta en el centro del ruedo. Ese toro estuvo bien banderilleado por su cuadrilla. Cuando cogió la franela el toro se cayó un montón de veces. Trataba de dar pases a 450 kilos de carne temblorosa.
El sevillano Morante de la Puebla dejó en el albero de Vitoria unos buenos lances a su primero y una no menos buena media verónica. A partir de ahí ni la faena de ese su primer toro, como la de su segundo, tuvieron la calidad suficiente, excepto la dosis de pinturerismo falso y contorsioneo bastante ridículo que suele insuflar para dar el pego. Morante sigue en la tónica de toreo apagado, quiere decir toreo acabado, que parece que le cuesta muchísimo remontar el vuelo. Ciertamente es difícil remontar el vuelo cuando se demuestra un pavor inmenso a la hora de entrar a matar a su primer toro. Fue demasiado descarado la muestra de precauciones que tomaba a la hora de irse tras la espada. En vez de irse tras la espada derecho iba a distancias circunvalatorias, quería marcharse para dar una vuelta por el fin del mundo, todo menos estar allí.
El joven José María Manzanares trató de hacer el toreo bueno en sus dos toros. Lamentablemente ese toreo que se iniciaba en su cabeza en las dos faenas no podía culminar porque los toros no pasaban. Los toros tenían media arrancada, porque les faltaba fuerzas suficientes. De nada valía que luciera cierta apostura, porque no había material lidiable. Pero es que eso es lo que ahora está en manos de apoderados, empresarios y todo el taurinismo que rodea a esas dos entidades con el objeto de proteger al torero.
De tanto protegerles, la fiesta va perdiendo poco a poco su identidad. Lo que viene a continuación es que ese dinero que corre por las taquillas va a parar a los de siempre para descrédito de la fiesta. El público sigue pagando honestamente y los toreros (le hace todo el taurinismo al completo) cobran sin dar lo que el público está pidiendo: integridad en las astas, bravura y fuerza en los toros. Así de sencillo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.