Toros, toreros y emoción
Llegó el toro, al menos el toro que precisa esta feria. Con él recobró sentido la lidia. A gloria sonaban las ovaciones en la suerte de varas. La brega dirigida a la evitación de resabios, querencias o corrección de defectos fue justamente reconocida. Banderilleros desmonterados tras meritorios pares. Todo tuvo su porqué. Súmese la disposición de tres espadas con guapeza y reaños para entender la taquicardia vivida en los tendidos. De toros, toreros y emoción es la fiesta.
El Cid, tras brillante y vibrante inicio de faena, por naturales a su primero, el ansia por tocar pelo le aceleró. Terminó embrollado. En el quinto, fácil y elegante con el percal. Faena por ambos pitones. Sus naturales con sitio, cadencia, hondura y calidad resultaron con mucho lo mejor de toda la feria. La espada le privó de abrir por mérito propio la puerta grande. Fernando Robleño tras lucido saludo capotero, resultó volteado espectacularmente. Faena entregada, llena de transmisión, tanto al natural como con la derecha. En el que cerró festejo y feria, una alimaña de mucho cuidado, dio cuanto tenía que no era poco. De estatura baja y corazón grande, la raza de este torero está fuera de toda duda. Miura anduvo desconcertado con el capote. Faena sobria con ambas manos. En su segundo, el más deslucido, trasteo por la cara. No tenía un pase. La afición se lo reconoció.
Martín / Dávila, El Cid, Robleño
Toros de Victorino Martín, desiguales de presentación, encastados, nobles y blandos. 1º, aplaudido en el arrastre; 4º, pitado. Dávila Miura: pinchazo, estocada (saludos); media trasera (silencio). El Cid: estocada caída (vuelta); estocada, dos descabellos (oreja). Fernando Robleño: pinchazo -aviso- estocada (ovación y vuelta);media estocada, dos descabellos (gran ovación).Plaza de Santander, 27 de julio. 9ª de feria. Lleno.
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