Pesadilla en París

"¡Enhorabuena que ya has terminado el Tour!", le dice un corredor optimista a otro pesimista en el cobijo del pelotón. "¡Uy, enhorabuena!", le responde éste, con expresión cansada; "espera, espera, que todavía falta, que ya me han contado a mí que eso de los Campos Elíseos no es ninguna broma, que el dolor de piernas que sientes dicen que es de los que hacen época".

"No te dejes engañar, hombre, que hoy estás anestesiado para todo. A ver si después de todo lo que has pasado todavía te atreves a tener miedo a algo". "No, que va, pero es que no sabes tú lo que he sufrido estos días. Te digo yo que me la habéis metido bien metida, así que ya no me fío más de vosotros. Cuando en la etapa de Bayona bajábamos el último puerto de Pirineos, me decíais: 'Ánimo chaval, que ya está todo hecho, que de aquí a París un paseo'. Sí, paseo, ya lo he visto. Te quedan dos días llanos en los que te metes a rueda y pasas el día sin problemas; luego una crono en la que coges el ritmo bananero y evitas fácilmente el fuera de control, y de la última etapa qué te vamos a contar si esa no cuenta. Y yo, iluso de mí, me lo creí al pie de la letra. Reiros, reiros, que ya no me la volvéis a clavar".

"Hombre, no te pongas así, que lo hacíamos para animarte, que no veas tú que cara de pena llevabas. Y no te pongas cascarrabias, que ya te tocará, que todavía eres joven para ser tan limón. Tú todavía no sabes lo que estás haciendo, así que prepárate a disfrutar, que este día lo vas a recordar toda tu vida".

"Sí, por lo muerto que estoy, lo recordaré, eso seguro, soy la prueba viviente de que un cadáver con equilibrio también puede andar en bicicleta".

"¡Ja!, menudo llorón estás hecho. Un, dos, tres, despierta ya que ha terminado el Tour, que vas a dar la vuelta de honor en los Campos Elíseos".

"¿Cómo? ¿Que después de la carrera todavía tengo que montar en la bicicleta? ¡No, por favor, esto no se termina nunca, esto es la peor de las pesadillas!".