Derribada la última casa en la huerta de La Punta afectada por la ZAL
La Punta perdió ayer el último elemento que le fue propio y quedaba en pie. Una pala excavadora convirtió en escombros la casa de Maruja. Mientras la máquina embestía la fachada, los tabiques, el comedor, la cocina, el baño y el salón, aún podía verse el símbolo de una lucha vecinal perdida por impedir que la ampliación del puerto de Valencia arrasara un vestigio de L'Horta: "ZAL no, Zaplana i l'alcaldesa volen deixar l'horta tiesa", se leía en el último muro en caer.
A Maruja y su familia no les pilló ayer el derribo por sorpresa. Llevan décadas ahí establecidos y desde hace semanas sabían que el final de su vida en La Punta llegaría el 17 de julio. El de ayer fue un derribo sin incidentes. Unidades de la Policía Nacional patrullaron durante toda la mañana la zona por si se repetía alguno de los sabotajes que han sido una constante en el proceso de expropiación que se viene practicando desde hace dos años para construir la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del puerto de Valencia.
Maruja, una de las activistas más destacada del movimiento vecinal que ha protagonizado una dura protesta ciudadana y jurídica contra la ampliación del puerto de Valencia, despidió su casa rodeada de su familia. No hubo concentración. No había ya enseres en el interior de una vivienda con más de medio siglo cuando los operarios, papeles en mano, iniciaron el derribo alrededor de las 15.00. Pocas horas después, sólo yeso y piedra rota daban fe de la casa que fue.
A partir de hoy, el terreno adjudicado para ejecutar las obras de ampliación del puerto de Valencia, que multiplicarán la superficie de carga y permitirán una nueva conexión por carretera, está ya listo. A pocos metros del lugar se levantará, en breve según la Administración, el conjunto de viviendas que realojarán a algunos de los que vivían en las casas derruidas, entre ellos Maruja y su familia, que alcanzaron un acuerdo recientemente.
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