Dos cornadas cierran San Fermín
Los 'torrestrella' ofrecen uno de los encierros más largos y dejan dos heridos en una carrera de mucha emoción
El último encierro de fiestas se saldó con dos heridas por asta de toro y tan sólo otros cuatro traslados a los centros hospitalarios. Los toros de Torrestrella dejaron buenas carreras, pero también momentos de mucha emoción que estuvieron a punto de dar más de un susto importante. El aspecto de las calles de Pamplona ayer, lunes, era radicalmente opuesto al masificado fin de semana, lo que restó buena parte de peligro a los mozos y de trabajo a los operarios del servicio de limpieza y la policía.
Después de muchos años, la meteorología ha respetado todos y cada uno de los encierros de estos Sanfermines 2003 y el sol brilló a las ocho de la mañana del día 14. La ausencia de la lluvia ha hecho que el ingente trabajo que el capote de san Fermín suele tener se haya visto esta edición aminorado. Las calles han vuelto a estar secas, evitando los resbalones de rigor y los problemas que ello produce. La tensión que se vivió en las jornadas de sábado y domingo se convirtió en calma total por la cercanía del final de la fiesta y la poca afluencia de corredores. Tanto los mozos como los trabajadores del encierro sonreían y hacían bromas hasta pocos minutos antes de comenzar la carrera de torrestrellas.
Los seis hermanos cubrieron el primer tramo, como mandan los cánones, tras los mansos, que les mostraban el camino a recorrer. Sin embargo, ya a la altura del final de la cuesta de Santo Domingo uno de los toros tomó la iniciativa y comenzó su particular carrera hasta la plaza de toros. Ni él ni sus hermanos hicieron cosas feas y llegaron hasta la plaza del Ayuntamiento, donde la manada estaba reagrupada de nuevo y exhibiendo sus variados pelajes.
Los primeros momentos de peligro se vieron en la calle de Mercaderes, donde los seis hermanos se fueron tropezando entre ellos, lo que provocó más de un golpetón. La primera cornada se observó cerca de la curva que une Mercaderes con el inicio de la calle de la Estafeta. El tumulto del choque contra el portón hizo que al levantarse la manada, uno de los torrestrellas empitonara a un corredor en su pierna derecha, tras este percance uno de los astados quedase retrasado y cundiera el pánico en los diferentes tramos de la calle de la Estafeta.
Poco a poco se fue acercando este toro a la manada, pero aún quedaba por ver un último percance. En el tramo de Telefónica, otro mozo fue empitonado por detrás y se llevó una cornada en la zona anal. Ya parecía que el encierro iba a acabar, pero restaba ese susto. A partir de ahí, los morlacos fueron enfilando el callejón hacia el coso taurino, donde pudieron ofrecer las últimas imágenes de las fiestas a los muchos espectadores que cada mañana se congregan en la plaza de Pamplona. El toro rezagado hizo que la carrera se alargase hasta los cuatro minutos, una de las más largas de estas fiestas.
El parte de heridos arrojaba las dos cogidas por asta de toro. Robert Frederick Fluhr, de 27 años y vecino de Arkansas (EE UU), fue intervenido en el hospital de Navarra de una cornada en la zona anal y presentaba pronóstico grave. El otro cogido fue José Lorente Garcera, de 30 años y natural de Valencia, que se llevó una cornada en la pierna derecha en la calle de la Estafeta. Quedó ingresado en el hospital Virgen del Camino. El resto de los atendidos no revestían más gravedad que rasguños y contusiones.
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