Jóvenes artistas colombianos reflejan los límites de Medellín
Los hombres del tiempo suelen referirse a Medellín (Colombia) como la ciudad de la eterna primavera. La ciudad dice vivir en la monotonía de un clima suave en el que, sin embargo, ha arraigado una de las ciudades con más contrastes del continente americano, tanto en lo urbanístico como en su organización social. Así lo reflejan 14 jóvenes artistas colombianos que exponen su obra hasta el 30 de julio en el Convent de Sant Agustí dentro de la exposición Medelllín, ciudad de extremos.
"Somos una ciudad estigmatizada para el extranjero, pero que encierra una vida cultural muy intensa que mira con optimismo a su futuro", dice Alberto Sierra. Él es el responsable del Museo de Antioquía (dedicado en gran parte a Botero) y el encargado de organizar en Barcelona esta exposición. Las obras seleccionadas no huyen de la violencia que se vive en la ciudad, aunque la miran desde el optimismo. Así, los creadores rechazan mostrar a una sociedad en guerra. En su gran mayoría optan por reflejar sus efectos, como si se tratara de una tormenta tropical que ha pasado para no volver. "No existe ninguna intención de evadirse, sino de superar las situaciones con una actitud de esperanza", explica Sierra.
Desaparecidos
El fotoperiodista Jesús Abad Colorado retrata los barrios marginales de Medellín desde la mirada inocente de niños acostumbrados a jugar entre los efectos de la pobreza y la violencia; Paola Gaviria refleja en sus acrílicos sobre madera rostros soñadores supervivientes de un día a día tan invariable como puede ser el de cualquier otra gran ciudad del continente, mientras que Iván Hurtado presenta la serie Desaparecidos, rostros que corresponden a aquellos que se perdieron en el pasado y que miran hacia un futuro no escrito. Libia Posada, en su Lección de anatomía, dibuja cuerpos de niños mutilados; José Antonio Suárez ofrece un conjunto de pequeños grabados de su serie Mientras Tanto, y Natalia Restrepo lleva a esta exposición dos maletas que conforman la obra Only the essentials for the great journey; precisamente la exposición llegó a Barcelona embalada en estas mochilas.
"Se trata de una generación muy optimista que no niega la realidad en la que vive", explica Sierra. El responsable de la exhibición habla de Medellín como de una ciudad llena de vida cultural, "como otras tantas ciudades de provincia europeas que tienen en la capital un referente con el que competir, al que superar". Pero Medellín, en lo artístico, también vive impregnada por la omnipresencia de Botero, "el único artista colombiano que vive en Medellín aunque nunca está allí", bromea Sierra. El comisario asegura que las generaciones más jóvenes han sabido desprenderse de esta influencia, "lo ven ya como demasiado blando, les ha quedado demasiado lejos. Botero interesa más fuera que dentro del país. En parte, por el mercadeo en que ha acabado su obra".
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