Vamos, anda
Quinientos políticos reunidos en Londres dicen que son de izquierdas. Es fácil ser de izquierda: basta con declararse así. Se pueden correr riesgos, pero se evitan si desde la declaración de izquierda (progresista, insisten ellos; centro-izquierda, dicen) se tiene un comportamiento de derechas. La reflexión que les impulsa a evolucionar consiste en algo sencillo: si la derecha está teniendo éxitos, hagamos lo mismo, pero siendo de izquierdas. Blair aclara: "Fue correcto vincular derechos y responsabilidades, insistir en un nuevo contrato social y subrayar la primacía del trabajo sobre los beneficios. Pero, en todos esos campos, el mundo ha evolucionado, y lo mismo tenemos que hacer nosotros". Cuidado: está hablando de mí, y veo en las fotos a Solana y a Almunia, que pueden ser mis jefes de Gobierno. Peter Mandelson exalta al individuo y dice que hay que darle más responsabilidad "para su propia salud y educación: no a través del pago, sino a través del compromiso". Cielos: están hablando de mí, y veo en la foto a Solana y a Almunia: gentes que un día pueden ser jefes de Gobierno ¡en España! Pero no creo que estén de acuerdo con lo que, traducido en cristiano -mejor dicho, en ateo-, significa fin de la seguridad social y de la educación gratuita: donde exista, o la poca que exista. Y que la inmigración sólo pueda ser legal: hay que "restringir los canales no relacionados con las necesidades del mercado laboral". La traducción: más persecución a los ilegales, más fuentes de trabajo esclavo. Y "convertir en virtud la sostenibilidad medioambiental": ese idioma no lo sé y no puedo traducirlo. Hace muchos años que pienso que el problema real de la izquierda es haber sido creada por la derecha, sobre todo en España y en circunstancias tales como la transición en la cual somos "un ejemplo para el mundo", como se ha dicho tantas veces y no sólo en España, y no sólo por la derecha.
Puede que las circunstancias del mundo y el peso imperial no permitan hacer otra cosa: entonces, más vale ser de derechas. Un niño republicano -¡otro!- proponía a su familia en tiempos difíciles: "¿Por qué no nos hacemos de derecha, que ésos comen todos los días?". Si la derecha y la izquierda tienen programas parecidos, más vale aceptar a la derecha, que no nos dará de comer -¡qué espejismo el del niño!-, pero nos esquilmará mejor y hasta nos creará esperanzas para el otro mundo: incluso nos convencerá de que existe. Dirán lo que quieran: pero, ¿de izquierdas? Vamos, anda.
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