Espiritualismo andino

Ya en su recta final, el cuarto Festival de Músicas Religiosas del Mundo de Girona quiso acercarse a la espiritualidad de los pueblos andinos con la presencia de la boliviana Luzmila Carpio, que ya actuó hace cuatro años en la inauguración del Auditori de Barcelona en compañía de Miriam Makeba en el concierto Veus per la pau que patrocinó Yehudi Menuhin.

Luzmila Carpio nació en un pequeño pueblo de los Andes en el seno de una de las escasas comunidades quechua que todavía sobreviven en Bolivia. Pese a llevar bastantes años residiendo en Francia y de que casi todos sus músicos son franceses y no usan instrumentos tradicionales, Carpio sigue siendo la más genuina representante y defensora de una música andina alejada de los tópicos mercantilistas que tanto le han perjudicado en los últimos tiempos.

Una música andina que nada tiene que ver con ese Cóndor pasa que repiten los grupos callejeros supuestamente andinos que pueblan nuestras ciudades. La propuesta de Carpio no busca folclorismos falsos o baratos; profundiza en una cultura poco conocida en Occidente para mostrar su parte más espiritual con una gran carga de ingenuidad ecologista: de las canciones de cuna a los fastos de las festividades señaladas.

A los pies de la catedral gerundense, la cantante boliviana abrió de par en par las puertas de ese mundo desconocido y atrayente utilizando suaves ritmos que huyen del tópico. Rompió malentendidos y arrebató al público con su aparente sinceridad. Las melodías discretamente danzantes se entremezclaron con los cantos espirituales presentando una realidad de los Andes sin duda mucho más cercana a la verdad histórica.

Luzmila Carpio, llamada El ruiseñor boliviano, posee un registro de voz amplio y matizado en los tonos medios que puede encumbrarse hasta los agudos más inverosímiles. Un alarde casi circense que, al ser repetido hasta la saciedad, llega a cansar, cuando no a irritar, lastrando así una actuación, por otra parte, impecable.