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La casualidad llevó al 'asesino del naipe' a dejar cartas en sus crímenes

Galán, al descubrir la repercusión de la carta, decidió usar más en los siguientes homicidios

El asesino del naipe confeso, Alfredo Galán Sotillo, de 26 años, actuaba siempre solo en sus crímenes. Eso es, al menos, lo que deduce la policía tras interrogar al supuesto homicida y tomar declaración a sus hermanos. Galán ha confesado que cambiaba su forma de perpetrar los asesinatos para despistar a la policía y dificultar de ese modo su detención. El asesino del naipe también afirmó que la primera carta estaba de forma accidental en el lugar donde asesinó al empleado de limpiezas de Barajas, Juan Carlos Martín Estacio, de 28 años. Al ver la gran expectación que tuvo en los medios de comunicación en los días siguientes, decidió firmar sus siguientes asesinatos.

La duda que siempre han tenido los investigadores de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía es si el asesino del naipe era una o más personas. En cierto momento de las pesquisas, fue barajada incluso la hipótesis de que estos asesinatos en serie se debieran a apuestas entre los integrantes de un grupo ultra. La resolución del caso ha dado al traste con estas conjeturas.

Según ha confesado Alfredo Galán, siempre mataba solo y elegía escenarios y forma de proceder distintos para evitar que los investigadores le arrestaran. El primer crimen lo cometió en una vivienda del número 89 de la calle de Alonso Cano (Chamberí), donde mató al portero del inmueble, Juan Francisco Ledesma, de 50 años. Los siguientes se han mezclado entre la calle -la mayoría- y un bar en Alcalá de Henares.

La policía no se ha conformado con la confesión de Galán y ha tomado declaración a sus hermanos. Éstos siempre han mantenido en sus testimonios que desconocían que su familiar tuviera cualquier relación con los asesinatos en serie. Reconocieron que "quizá" tuviera algún problema mental, pero que desde luego no pensaron que llegara a ser uno de los criminales más buscados de España. Añadieron, además, que se han quedado "muy sorprendidos" al confirmarse la noticia. "Teníamos miedo cada vez que se llevaba el coche, no armara alguna gorda, pero de ahí a ser un asesino en serie hay mucho camino", declararon sus familiares.

Las declaraciones de Galán tanto en Puertollano (Ciudad Real), donde se entregó el pasado jueves, como en la Jefatura Superior de Policía de Madrid han confirmado una hipótesis que mantuvieron los investigadores desde el primer momento: la firma de los crímenes comenzó de forma accidental, tal y como reconoció el propio homicida confeso en sus declaraciones. Éste señaló que el pasado 5 de febrero, el día que mató a Juan Carlos Martín Estacio, el empleado de limpieza de Barajas, de 28 años, había una carta en las proximidades de la parada del autobús donde le asestó un tiro en la cabeza. El fuerte viento que corría en la zona debió de colocarlo junto al cadáver.

Galán no le dio importancia a este detalle, que fue difundido profusamente en las horas y los días siguientes del crimen. Este hecho motivó la idea de que debía rubricar sus asesinatos. Este detalle explica otras dos vertientes del caso. El siguiente crimen que se le imputa a Galán lo perpetra sobre las 16.15 del 5 de febrero, unas doce horas después de asesinar a Martín Estacio. Mata en Alcalá de Henares a Mikel Jiménez Sánchez, de 18 años, y a Juana Dolores Uclés, de 57. En ese intervalo de tiempo no ha oído las noticias en los medios de comunicación o, cuando menos, no se le ha dado tanta publicidad como en jornadas posteriores. De ahí que no deje un naipe en Alcalá de Henares. Los posteriores sí tienen la marca de Galán. En Tres Cantos deja herido el 7 de marzo a un inmigrante ecuatoriano, Eduardo S. S., de 27 años, al dispararle a la cara. Allí arroja un dos de copas. El siguiente asesinato es doble y lo perpetra el 18 de marzo en Arganda del Rey, donde mata al matrimonio formado por George y Diona Magda, ambos de 40 años. Los firma con un tres y un cuatro de copas.

Otro detalle con el que se enfrentaron los investigadores fue las diferencias entre el primer naipe (un as de copas) y las posteriores. El envés de la primera era de color verde, mientras que las posteriores eran azules. Además la primera carecía de la auténtica marca que fabricó Galán para sus crímenes: un pequeño círculo en el centro de la parte posterior de la carta, realizado con un rotulador azul.

"¿Qué hago aquí?"

Fuentes del caso señalaron que la intención de Galán no era en principio entregarse el pasado jueves. Fue la fuerte embriaguez que sufría la que le llevó a romper tantos meses de silencio. Después de estar detenido en la comisaría de Puertollano, se quedó dormido, por lo que se le pasaron los efectos del alcohol. Entonces se dio cuenta de que no quería confesar. "¿Qué hago yo aquí, si sólo venía por un problema de tráfico?", llegó a preguntar. Entonces se cerró en banda y no quiso declarar. La habilidad de los investigadores logró romper su silencio. Los agentes de Homicidios le dijeron que era un impostor y que les estaba haciendo perder el tiempo. Al final, Galán se sintió tan molesto con estas acusaciones que le hacían que confesó todos sus crímenes la madrugada del viernes, según fuentes del caso.

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