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Reportaje:

Paliza a la tropa estadounidense

Un equipo de fútbol iraquí derrota (11-0) a soldados norteamericanos

Esta vez el paseo militar se lo dieron los iraquíes. No en el teatro de guerra, sino en un terreno de juego. Concretamente, en el Estadio Olímpico de Bagdad. El equipo de fútbol de Bagdad, Al Zawraa, que significa La Revolución, le ganó ayer 11 a 0 a un combinado militar de Estados Unidos, integrado por soldados de diferentes unidades, en un partido celebrado con motivo de la resurrección por las fuerzas de ocupación del Comité Olímpico de Irak, antes de la guerra en manos de Uday, el hijo mayor de Sadam Husein, famoso por su brutalidad.

Al partido no asistieron iraquíes y nunca fue tan verdad aquello que escribió Mario Benedetti de que "un estadio vacío es un esqueleto de multitudes". El único público que había eran soldados y oficiales norteamericanos, y los únicos iraquíes, los jugadores y el trío arbitral, que, todo hay que decirlo, eran tan caseros que sólo les faltaban las pantuflas. Aunque luego fue tal la superioridad de La Revolución, que jugaba en Primera División cuando existía la Liga iraquí, que no necesitaron ayudar al equipo local. Los utilleros, por su parte, tenían más rifles y pistolas que balones.

Los militares de EE UU sacarán mañana del Estadio Olímpico camiones y carros blindados

Donde los norteamericanos echaron el resto fue en la ceremonia y en los discursos, porque, como todo el mundo sabe, "la vuelta del fútbol es también la vuelta a la normalidad", según se oyó por los altavoces. También prepararon el gesto de confraternización al sugerir a los jugadores iraquíes, y así lo hicieron, que se cogiesen de las manos de sus rivales / enemigos y saludasen desde el centro del campo al palco de autoridades, una jaima improvisada en la pista de atletismo que rodea el terreno de juego donde se sentaban un puñado de jefes de tribu y hasta un imán chií. Uno de ellos, no obstante, no paraba de insistirle a un oficial norteamericano que la electricidad es "la magia de la vida", sobre todo cuando llevas más de un día seguido sin luz.

Una vez empezado el partido, los soldados de Estados Unidos, vestidos con camisa y medias amarillas y pantalón negro, no existieron, hasta el punto de no llegar apenas a cruzar el campo. Las andanadas de los jugadores iraquíes, de blanco con franjas laterales y cuellos azules, desplegando un esquema de juego parecido al de la selección francesa de Zinedine Zidane, les llegaban por las bandas y por el centro, con taconazos, paredes y hasta un intento de chilena. Así fueron cayendo las ocasiones, los postes y los goles, cuatro en la primera parte y siete en la segunda.

Ya se lo temía Henry Escobedo, el mediapunta guatemalteco del equipo de EE UU, antes del partido. "Los jodidos iraquíes tienen buen toque de pelota. Jugamos un amistoso con ellos hace unos días y nos ganaron 4 a 2". Escobedo, que fue seleccionado entre un grupo de 200 soldados aficionados al balón, cuenta que su estancia en Irak es "medio cansada" -conduce un blindado y se asa de calor-, y que salvo su madre nadie sabe que está aquí: "Mi abuelita y mis tías se ponen muy penosas si se lo digo".

Al entrenador del Revolución, Mohamed Husein Nasralla, se le nota que el partido es crucial para él, que no habrá miedo escénico, que piensa ganar al menos por lo civil ya que se había perdido por lo militar. "Los jugadores americanos no son rivales", afirma, "son enemigos, y espero que se vayan de este país cuanto antes". La última victoria de su equipo contra un adversario, el Samarra, ciudad situada al norte de Bagdad, tuvo lugar en los primeros días de la guerra. Pero como el fútbol une mucho, comparte su admiración por las mismas estrellas que Escobedo -Raúl, Bechkam, Ronaldo, Owen-, aunque discrepan en modelo de juego. Francia, para el iraquí; Inglaterra, para el hispano.

El partido marcó también la recuperación de la soberanía, al menos futbolística, de Irak. Las tropas norteamericanas sacarán mañana del estadio olímpico camiones y carros blindados y entregarán el futuro del fútbol iraquí a Ahmed al Samarai, miembro de la Comisión Provisional del Deporte, creada por las autoridades de ocupación del país. Al Samarai espera el apoyo de las federaciones extranjeras y que Irak pueda participar en los Juegos Olímpicos de Atenas del año 2004.

Un soldado estadounidense camina hacia el terreno de juego.
Un soldado estadounidense camina hacia el terreno de juego.REUTERS

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