"Hubiese sido muy difícil poner la OSE en marcha sin los músicos extranjeros"
Germán Ormazábal está dedicado en cuerpo y alma a la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) desde que asumió su dirección general en 1996. La ha visto pasar de los pequeños teatros a los grandes auditorios, de los escenarios vascos a los internacionales. Ahora, tras el cierre de la temporada de abono, hace balance mirando al futuro. Todas sus esperanzas están en afianzar la presencia de la entidad en el extranjero.
Pregunta. ¿Cómo ha evolucionado la OSE desde que asumió la dirección general?
Respuesta. Venía realizando un trabajo muy importante desde antes, y durante estos años ha sabido adaptarse a los cambios, a las actuaciones en los nuevos auditorios, y evolucionar de forma positiva. Basta ver el reconocimiento del público: somos la segunda orquesta de España con mayor número de abonados, 6.000. Y la crítica está siendo muy favorable. Creo que ha sido un acierto la dirección musical de Gilbert Varga y Cristian Mandeal.
P. ¿No resulta un poco esquizofrénico?
R. Al contrario. Está resultando enriquecedor en todos los sentidos. Su proyección nos ha permitido contactar con grandes directores y solistas como Kavakos o Zimmermann y, lo que es más importante, el tándem funciona, aunque ante programas puntuales haya distintos pareceres, porque tienen claro que el objetivo es la calidad.
P. Hay músicos que no lo ven de ese color de rosa...
R. Siempre existen tensiones entre los músicos y el director titular. El invitado viene y se va, pero el responsable musical quiere llevar la orquesta a lo más alto y a veces toma decisiones que no gustan. Varga me decía. "Me equiparo a [Raynald] Denoueix. La temporada empieza con 22, todos se dejan la piel, pero yo tengo que decidir qué once juegan, qué cinco están en el banquillo y quienes ni se cambian". Y eso es duro, pero hay que asumirlo. Aún no he recibido ninguna crítica sobre lo artístico.
P. Pero esas fricciones pueden conllevar un freno en el desarrollo de la OSE. Se suspendieron incluso conciertos.
R. Pudiera haber algún deseo de frenarlo. No todos los músicos tienen el mismo nivel y a veces es mejor criticar que ver cómo se materializan giras, grabaciones,... En todo caso, sólo un tercio de la orquesta hizo huelga.
P. ¿Cuál es hoy su principal reto?
R. La presencia en el exterior. El principal escollo es que Euskadi no suena fuera ni como comunidad autónoma y si suena es de forma negativa. Pero la orquesta ya ha empezado a tener cierto eco por su nivel. Estuvimos en Alemania y próximamente iremos a Burdeos y de gira a Gran Bretaña. Y no es fácil, porque hay que conciliar la parte artística y la presupuestaria.
P. ¿Interfieren mucho los políticos?
R. Existe una dependencia económica y las prórrogas presupuestarias nos han afectado, pero tenemos un margen de maniobra del 100%. Hemos vivido distintos gobiernos y nunca ha habido injerencias. Tampoco al contratar a músicos de fuera, porque prima la apuesta por la calidad.
P. ¿Están condenados a contratar foráneos?
R. Sin ellos difícilmente hubiera sido posible ponerla en marcha. Ésta es una sociedad financiada por los contribuyentes y se trata de tener la mejor orquesta posible. Si no tenemos gente suficiente y hay que traerla de fuera...
P. ¿No la hay?
R. En la OSE la mitad de la plantilla, 50 personas, son españolas, y de ésas, 30 vascas -en la de Galicia sólo hay dos gallegos-. Y hemos exportado a músicos como Zabaleta, Achúcarro, Polo... Pero peleamos con países con gran tradición y aquí existe un déficit educativo importante, aunque se están poniendo medios para paliarlo. Musikene es ya una referencia, pero fallan los cimientos.
PERFIL
Germán Ormazábal (Tolosa, 1966) había hecho ya la carrera de piano y acordeón cuando terminó sus estudios de Derecho en la UPV y comenzó a trabajar en banca. Durante siete años compatibilizó las dos facetas e incluso acompañó en sus inicios a la soprano Ainhoa Arteta. Su carrera musical culminó en 1996 cuando asumió la dirección general de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. "Te exige una dedicación absoluta", dice.
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