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Crítica:LAS VENTAS | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buen comienzo y final blando

Comenzó la corrida muy bien y conforme avanzaba e iban desfilando los toros el rumbo cambiaba y el tono artístico de la tarde se perdía en un mar de blandura y desesperanza.

Luis Miguel Encabo le cortó una oreja a su primero por una faena de muleta en la que ligazón y distancia pertinentes fueron unidas. Había puesto banderillas sin demasiado acierto, pero supo ver las condiciones del toro en ese tercio, el cómo se arrancaba y el tranco que tenía el buen toro de Gavira. Por lo tanto, brindó al respetable y desde un principio hizo las cosas bien, o sea que remató los pases por debajo de la pala del pitón, después de templarse, y al ritmo de sus muletazos le puso gusto y limpieza. Y lo mejor de todo llegó, además, en el momento de ejecutar la suerte suprema, en donde marcó los tiempos a compás: la pierna izquierda arrastras, la muleta al morro del toro y ese realizar la cruz en toda su pureza.

Gavira / Encabo, Millán, Martínez

Cuatro toros de Gavira: 1º, 2º, 3º y 4º, bien presentados, nobles y que dieron juego, salvo el 4º, inválido; 5º y 6º de Marqués de Albaserrada; desigualmente presentados, mansos y flojos. Luis Miguel Encabo: estocada (oreja); pinchazo, estocada, cuatro descabellos (silencio). Jesús Millán: pinchazo -aviso-, pinchazo, estocada caída perdiendo muleta (silencio); dos pinchazos, estocada delantera perdiendo muleta y descabello (silencio). Sergio Martínez que confirmaba la alternativa: estocada perpendicular (oreja con protestas); dos pinchazos y media defectuosa (palmas). Se guardó un minuto de silencio por Luis Miguel Olmos, matarife de la plaza, y Luis Rodríguez, asesor de la plaza. Plaza de Las Ventas, 22 de junio, un cuarto escaso de entrada.

Se torció sin embargo la pequeña historia de tan excelente tarde hasta aquellos instantes para el torero de Alcalá de Henares, que no pudo hacer mucho con su segundo, el cual salió quebrantado de un fuerte puyazo y fue imposible hacerle faena alguna. Había saludado con una larga cambiada comprometida en el tercio y unas buenas verónicas en las que llegó a embraguetarse con torería y sabor.

Jesús Millán no comprendió a su primero, y por lo tanto el toro terminó no queriendo saber nada del torero maño. El toro se rajó al poco de que le pretendiera torear por ambos pitones, el trapo rojo dispuesto y las ideas como en otro mundo, ya que nunca pisó el terreno adecuado delante del noble y distraído burel. Larga e inútil porfía fue la de Millán en su segundo, tan blando e inválido como manso. Estuvo tremendamente voluntarioso y mejor colocado. Mas en donde no hay energía ni sustancia es poco el alimento que puede conseguirse.

Sergio Martínez gustó en el toro de su confirmación al realizar una faena, ajustada a las condiciones del toro, noble y con las fuerzas medidas. Había quitado por chicuelinas suaves y con su aquél de paladar. Las series de naturales, base de su trasteo, fueron de buen trazo, cortas y sentidas y los pases de pecho ligados sin enmendar. La emoción que no puso el toro la sustituyó Sergio Aguilar con esos apuntes de buen toreo, quietud y naturalidad. En su segundo toro volvió a lucir buen gusto y un corte de torero pausado. Aunque pecó, eso sí, de citar desde la pala del pitón y rematar por las afueras.

Luis Miguel Encabo, en uno de sus pases al primero de su lote al que cortó una oreja.
Luis Miguel Encabo, en uno de sus pases al primero de su lote al que cortó una oreja.EFE
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