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Entrevista:Perejaume

"Resulta algo arrogante pensar en una cultura mundial homogénea"

Hay una historia detrás de cada obra de Perejaume (Sant Pol de Mar, 1957). En el doble sentido de narración o relato y en el de pasado o tradición. De entre los artistas contemporáneos, pocos como él se han sentido tan partícipes del continuo de la historia. En sus manos, el patrimonio poético, artístico o paisajístico recupera el aura perdida sin, por ello, dejar de ser lo que es. Su conocido interés por el tema de la representación, de su imposibilidad, que aborda desde múltiples perspectivas y una coherencia conceptual envidiable, es sólo la punta del iceberg de una obra compleja e inabarcable que resulta casi imposible definir. Tampoco lo pone fácil, y no por lo complicado sino por lo disperso. La exposición que ahora presenta en el Artium de Vitoria, titulada Retrotabula -ha buscado el nombre latín de retablo para evitar traducciones que detesta-, es una parte de un proyecto que tendrá continuidad en noviembre en el Centro de Arte José Guerrero de Granada -ha realizado ya allí una pieza consistente en el recubrimiento con pan de oro de un fragmento de Sierra Nevada, que después se ha fotografiado- y que se extiende a una acción en su pueblo natal, Sant Pol de Mar -en donde ha pedido a una vieja tejedora de redes, Esther, que le teja una red de oro puro, que un día por determinar ocupará su lugar en una caseta de pescadores-, y en Bruselas, donde se inaugurará una estatua dedicada a Erasmo coincidiendo con la presentación del libro-catálogo, que en sí mismo ya es otra obra. Como se ve, es imposible explicar todas las obras-historias de este creador que, además, acaba de publicar su segundo libro de poemas, titulado Obreda (Edicions 62-Empúries).

PREGUNTA. ¿Por qué tanto interés con los retablos?

RESPUESTA. Ante todo, el retablo es una figura tradicional y bien consolidada de amalgama capaz de vertebrar una gran multiplicidad de espacios, materiales y contenidos. En este sentido, su valor sintáctico y compositivo ante cualquier realidad plural como la que ahora mismo vivimos es incuestionable. La idea de una pared historiada y reluciente situada delante de un pasillo central con sillas a ambos lados se repite en el caso de la pantalla de cine, en el caso del escenario de teatro y en el caso del retablo. El parecido es evidente, si bien, en los dos primeros casos las imágenes transcurren en el tiempo, mientras que en el retablo se abigarran y brillan todas a la vez.

P. ¿Cómo relaciona la necesidad que parece ser constante en su obra de aludir a un lugar y una cultura concreta con la universalidad del arte?

R. Éste es un tema recurrente. Cambian los contextos y las condiciones, pero por más prótesis tecnológicas de que disponga, un hombre de hoy sigue midiendo una altura y una brazada muy parecidas a las que medían sus antepasados. Resulta algo arrogante y a mi modo de ver fuera de escala pensar en una cultura mundial homogénea. Creo que el mundo se hace y se seguirá haciendo pequeño para poder entrar en el ojo de cada mujer y de cada hombre. Y que el mundo seguirá siendo entero y real sólo a través de la perspectiva territorial de cada lugar y sólo a través de la perspectiva humana de cada observador. La relación de lo local con lo universal es un misterio que vivir, no un problema a resolver.

P. En el catálogo hay textos en diferentes idiomas, algunos sin traducción. ¿Por qué?

R. Éste es un proyecto que reúne trabajos instalados en Vitoria, Granada, Bruselas y Sant Pol y hemos creído que, en lugar de hacer una traducción institucional de unos mismos textos en las distintas lenguas, era preferible generar textos distintos y genuinos para cada una de ellas. De esta manera el retablo se esconde, se particulariza, se hace mucho más extenso, abrupto y secreto. Siempre he desconfiado de este afán del mundo del arte para llegar inmediatamente a un público mundial a través de un pliegue de traducciones, generalmente de muy baja calidad, como si se trataran de las instrucciones de un medicamento. Cualquier lengua está concebida para comunicarse y para crear. Y cada lengua es, a su vez, una extraordinaria creación: un patrimonio sonoro y mental tan frágil y maravilloso como lo pueda ser el patrimonio natural.

P. Acaba de sacar un libro de poesías con un título inventado. ¿Cómo nació?

R. El libro se llama Obreda, en el sentido de arbreda (arboleda) de obras, y consiste en un número considerable de textos, unos 400, asediados por los espíritus de la literatura y la botánica. Pero Obreda es, asimismo, el mundo real concebido como un conjunto de obras que surgen autónoma e ininterrumpidamente. Visto así, Obreda engloba al hombre y a las obras del hombre.

P. ¿Es el mismo mecanismo el que utiliza para pintar que para escribir?

R. Siempre me he sentido a la vez atraído por la escritura y por la imagen. Esa interdisciplinariedad, por otro lado común hoy día a un gran número de creadores, me ha llevado con frecuencia a concebir, también interdisciplinariamente, el lenguaje y el mundo. Es decir, que el mundo real se me presenta, sin más, como lenguaje y, a su vez, en el lenguaje contemplo todo tipo de fenómenos geográficos, climáticos o de población.

P. En los últimos tiempos, a raíz de la guerra de Irak, de la catástrofe del Prestige y otros temas, se creó un clima entre el mundo cultural muy comprometido y combativo. Visto ahora, ¿era un espejismo?

R. A veces, me pregunto: ¿Y si votasen los árboles y los bueyes y los acantilados, también algunos de ellos votarían al PP? ¿Y si votase el río Ebro? ¿Existe alguna fórmula que contabilice la tendencia de voto de las zonas agrarias en regresión constante, de los territorios sepultados bajo la desaforada construcción? ¿Llegaremos algún día a una democracia realmente participativa, realmente representativa?

El artista Perejaume (1957).
El artista Perejaume (1957).CARMEN SECANELLA

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