La universidad que devolvió la sonrisa a Taku
La Rey Juan Carlos promueve la operación de una niña de Malawi que perdió las piernas en un accidente de tráfico
Al sureste de África, bañado por un gran lago y sin acceso al mar, existe un país llamado Malawi. Es uno de los estados más pobres del mundo, con una renta per cápita de menos de 300 euros por habitante y año. Hace cinco años, Taku, una niña de siete años, iba montada en un destartalado coche por una polvorienta carretera del país cercana a Nyumba, la aldea donde vivía con sus padres y sus siete hermanos. El vehículo tuvo un accidente y Taku resultó herida tan grave que estuvo a punto de morir. Perdió las dos piernas y parte de la movilidad de su brazo izquierdo.
Ahora Taku tiene doce años y, cinco después del accidente, ha venido a pasar una temporada a Madrid. El motivo: la Universidad Rey Juan Carlos quiere que vuelva a andar. La niña llegó la semana pasada a Madrid y desde entonces es atendida por los especialistas en rehabilitación y fisioterapia de la Fundación Hospital Alcorcón. Allí será operada la próxima semana, paso previo a la implantación de las dos prótesis que le están haciendo a medida. En unos tres meses podrá volver a su país y ver a su familia.
La familia de la pequeña la entregó a un centro misionero porque no podía cuidarla adecuadamente
Taku no puede andar, pero no se pierde detalle de lo que ocurre a su alrededor con sus grandes ojos oscuros. Su vida no ha sido fácil desde que nació, pero se endureció todavía más después del accidente. Su aldea es una pequeña población en la que sus padres, como el resto de habitantes, viven de la agricultura como único sustento.
Entre los sembrados y el cuidado de sus otros siete hijos, a los padres de Taku no les quedaba tiempo para ella. Incapaces de cuidarla como necesita, los padres decidieron dejarla a cargo de las monjas misioneras de María Mediadora, una congregación de religiosas que lucha para mejorar la vida de la población de la región donde nació Taku.
La niña ha pasado cinco años de su vida sentada en una silla de ruedas en la misión. Hace doce meses, sin embargo, el inicio de un proyecto de cooperación de la Universidad Rey Juan Carlos en Malawi le abrió una nueva esperanza.
"Las monjas de la misión nos dieron a conocer el caso de Taku. La niña vivía con ellas desde que tuvo el accidente y nos preguntaron si habría alguna forma de mejorar su situación", explica Ángel Gil, director del Centro de Cooperación y Voluntariado de la universidad.
Gil se puso en contacto con la Fundación Hospital Alcorcón y este centro sanitario accedió a atenderla. "La colaboración del hospital ha sido fundamental, porque el coste de las prótesis y de todo el tratamiento es muy elevado", explica Gil.
Tantos años de inmovilidad han dejado el cuerpo de la niña muy debilitado. Desde su llegada, cada día recibe sesiones de rehabilitación para fortalecer sus músculos. La próxima semana sus piernas serán operadas para que pueda recibir las próstesis y luego le esperan unos tres meses de ejercicios para poderse mover de forma autónoma.
Durante todo este periodo, Taku vive en un centro escolar que la congregación religiosa tiene en Villaverde. Pero los fines de semana los pasa en familia, ya que los trabajadores de la universidad con hijos de la edad de Taku la invitan a sus casas. La niña pasará uno de los próximos fines de semana en casa del rector de la Rey Juan Carlos, Pedro González-Trevijano.
En un encuentro con la prensa celebrado ayer en Móstoles, Taku se mostró como una niña tímida, que sonríe mucho y habla poco. Para sorpresa de los asistentes, sin embargo, aguantó con nota el tirón de las cámaras de televisión, ante las que posó muy coqueta y con gran seguridad. En silencio, eso sí.
Hasta cinco veces le llegaron a preguntar, en inglés, algunos periodistas por su nombre. Ella sonreía, miraba a todos y callaba. No fue hasta cinco minutos después, cuando el acto ya había terminado, cuando la niña habló. "Me llamo Taku, soy de Malawi y tengo 12 años", dijo en un aceptable español y ante la admiración de todos. Será a mediados de septiembre cuando Taku ya pueda andar con la ayuda de las prótesis. Será la hora de volver a casa y regresar con sus padres y hermanos. La Universidad Rey Juan Carlos, sin embargo, quiere que la niña regrese a Madrid en el futuro, esta vez para acudir a sus aulas. "Ya le hemos hecho una reserva de matrícula para que venga a nuestras aulas cuando termine sus estudios en Malawi", aseguró el rector.
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