Profetizar
Egibar, que no puede ser profeta más que en su tierra ha dicho que la orden del Supremo intimando a disolver al grupo SA "es un aperitivo de lo que tienen preparado" y con ello no se ha mostrado como un gastrónomo sino como un autocumpliente. Como un profeta autocumpliente. ¿Que en qué consiste eso? En aparentar que se adivina lo que uno en realidad está construyendo. Claro que esta habilidad la aprendió Egibar de su padre, de su padre político y padre de todos los autocumplientes, don Isaías Arzalluz que ya advirtió en su día: "Primero vienen a por éstos y luego a por nosotros" y para que todo eso se cumpla no hay más que hacer todo lo posible para que se cumpla. La madre de todos los profetas autocumplientes, Madrazo, también quiso meter baza aunque le salió bazo porque nadie ni siquiera el milenarista Azkarraga se creyó aquello de que Madrid -o Aznar, o el fascismo o el doctor No- suspendería la autonomía. Pero no hace falta ponerse tan catastrofista para que se queden contentos.
Con la suspensión de SA y los 32 millones que no han incluido en el cupo les basta. Al menos por ahora. Lo ha corroborado el menos vaticinador de todos, Ibarretxe, que, como si fuera el mismo Dios, ha dejado que sus profetas se mojasen sólo para aparecer en plena majestad -¿dónde estuvo metido durante casi 15 días? ¿Será verdad que existe el silencio de Dios?- y con esa cara de no haber roto un plato ni defraudado a una suegra ha dicho lo mismo que sus enviados sólo que con suavizante y así ha emplazado a Aznar y Zapatero a buscar soluciones sin darse por enterado que la orden del Supremo ya es una solución y arreglar el pufo del cupo pasa por resoluciones que no se negocian sino que ya estaban acordadas. Y luego, evidentemente, con dar por sentado que los desafíos a los que quiere poner coto parten siempre de los demás, aplaudir la dignidad del señor Atutxa, como si en este país no hubiera cosa más amenazada, y llorar con que a uno no le respetan las ideas cuando lo que se impone es el respeto a las personas porque las ideas están hechas para ser examinadas, retorcidas y puestas en cuestión, nuestro lehendakari se queda tan ancho.
Tan ancho y tan largo. Por no decir tan hueco, que sería lo más apropiado porque consigue hacer de la vaciedad, virtud. Y es que tiene que estar a eso para que la vulneración constante de las reglas del juego democrático que él y, por orden suya, los suyos están cometiendo parezca a la vez algo inocuo para que pueda ser aceptado por los más tibios, pero al mismo tiempo resulte un crimen de lesa patria para que en nombre de la victimización se adopten los caminos más rupturistas. A nadie se le escapa que además de un tremendo pulso en el terreno simbólico, la no disolución de SA es el aperitivo, como bien sabía Egibar, de lo que vendrá después. Y por eso están tanteando el terreno, viendo cuál puede ser la reacción del Estado, con qué fuerza se produce y cómo pueden sacar más réditos victimistas, y todo como un ensayo general de cara al famoso bolo del Plan. Hombre, aquí es donde a uno le gustaría tener algún don, me refiero al don de adivinar, pero como no tiene ni un din será como si ha oído campanas sin saber dónde. Pero que por falta de intentarlo no quede, la ausencia de violencia que Ibarretxe puso como condición para el referéndum de su plan, podría ser salvada si se produjera otra violencia mayor.
Por ejemplo la del Estado. Cuando la dignidad vulnerada de Atutxa se convierta en la dignidad vulnerada del Pueblo Vasco y sigan cayendo sobre ella más máculas como la de cavernícolas o ladrones de cupos, estará más que justificado que la dignidad se rebele. Pero es que además no les va a quedar otra. O bien aprovechan este tirón, disuelven la Cámara y convocan elecciones o si quieren victimizarse más emprenden una carrera desenfrenada de desobediencia civil okupando Correos, o acuñando euros con la efigie de Sabino. Si a lo que parece la gran ocasión se le añade el pesimismo -¿profético?- de Arzalluz sobre que el PSOE podría no gobernar España, con lo que se le mustiaría algún cálculo, parece claro que además de aperitivo tendremos bufet y... ¿barra libre?
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