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Underworld y Jeff Mills triunfan en la última jornada del Sónar

El cumpleaños fue feliz y la 10ª edición del Sónar se cerró ayer en Barcelona con la complicidad de la multitud que hizo suyos tanto los espacios diurnos como las inmensas naves donde ya con la luz del sol dominical concluyó el festival. La última jornada tuvo un discreto resultado artístico en el apartado nocturno, donde la palma se la llevaron Underworld y el incombustible Jeff Mills, mientras que los nombres propios del programa diurno, bastante más atractivo, fueron Jamie Lidell, Pulseprogramming o Puppetmastazz.

En conjunto, el festival ha recibido este año 89.000 visitas. La última noche arrancó con el escenario repleto de fans de Underworld, cuya actuación tuvo más interés desde el punto de vista estético que musical. Los juegos visuales, el concurso de un rayo láser y la iluminación convencional jugaron a favor del dúo formado por Rick Smith y Karl Hyde, que ofreció un largo concierto para delicia de sus seguidores. Pero la mezcla entre dance, pop y rock, la utilización de guitarra eléctrica y las constantes arengas de los dos músicos al público tintaron de vulgaridad la actuación, avalada por la respuesta de los seguidores que tocaron el cielo con el tema Born slippy.

Sin solución de continuidad apareció Jeff Mills, el ganador de cada edición del Sónar. Mills sigue siendo un espectáculo en sí mismo. Con sus dedos de pianista volando veloces sobre los tres giradiscos y la mesa de mezclas, sometió a la multitud. Y cuando sonó The bells los cuerpos formaban parte de una masa próxima al éxtasis.

Laurent Garnier y Sideral cerraron la programación nocturna y por extensión el festival. La jornada diurna previa había sido más interesante. Y divertida, porque The Puppetmastazz provocaron la hilaridad del público con una colección de delirantes guiñoles haciendo hip-hop. Una lección de música en clave irónica que hizo bailar a todo el mundo. No menos delirante fue la actuación de Jamie Lidell, que desgranó un repertorio de soul y funk en el que aparecieron temas de Marvin Gaye y Michael Jackson. Para remate, en la parte final de su concierto salieron a escena Matthew Herbert y Arto Lindsay para entregarse a una orgía de ruido.

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