¿Se puede vivir de la literatura?
Se puede vivir de la literatura? Una pregunta que hace unas décadas habría sido considerada vulgar -uno no escribía por dinero-, es hoy la primera cuestión que sobrevuela en las conversaciones de escritores, que rige la vida del artista, que decanta vocaciones, que estimula arribismos. Y es que lo que gana un escritor parece haberse convertido en el baremo último por el que se mide su valía.
Las editoriales lo tienen muy claro. Hay una especie de ranking no escrito con el "valor estimado" de cada autor del que "todos estamos al tanto a la hora de pujar por una novela", dice Carmen Fernández de Blas, con experiencia al frente de diversos sellos editoriales desde Plaza y Janés a Temas de Hoy. "Los informes de venta que el departamento de comercial recibe de las librerías son determinantes, sobre todo a la hora de pujar por un autor nuevo". En la cúpula de este ranking estarían Gabriel García Márquez, que por sus memorias habría cobrado un anticipo por encima del millón de euros, seguido de Mario Vargas Llosa, Isabel Allende -cobró 600.000 euros por Hija de la fortuna en Areté-. Pérez-Reverte sería otro de los que se cuentan ya en esta primerísima línea.
Todo el que consigue publicar sigue siendo la excepción y un privilegiado. Sólo una minoría entre los miles de manuscritos que llegan a las editoriales pasa la criba
"Cuando ganas el Planeta te tratan como si fueras una potentada", señala Espido Freire, "pero la mitad se te va en impuestos y nada te asegura que puedas seguir viviendo de tus derechos de autor"
"Vender no sólo en España, sino también en Latinoamerica, es uno de los requisitos, razón por la cual Javier Marías, uno de los autores más traducidos y de más éxito en España, sólo figuraría en el segundo lugar de ese ranking oficioso", según fuentes editoriales. Un segundo lugar nada desdeñable, por otra parte, en el que se situarían no más de 10 autores españoles, y en el que figuran aquellos que cobran muy por encima de los 180.000 euros de adelanto por novela. Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Gala, Juan Marsé, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero o Juan José Millás son otros de los nombres que los editores citan como parte de este grupo. El tercer escalón de la pirámide estaría ocupado por los que cobran por encima de los 60.000 euros, un abanico algo más amplio de a lo sumo veinte autores, entre los que se citan desde Gustavo Martín Garzo hasta algunas de las nuevas revelaciones, como Carlos Ruiz Safón.
Primeras novelas
A partir de ahí el caché baja drásticamente. Incluso nombres de tanto prestigio como Paco Nieva o Jesús Ferrero deben contentarse con anticipos modestos. A continuación vienen los que se han estancado entre los 6.000 y los 12.000 euros después de publicar más de una novela que no despega, seguidos de un pelotón de recién llegados que tratan de publicar como sea su primera obra. Son éstos los que han visto los anticipos reducirse drásticamente, cayendo en poco tiempo entre un 20% y un 50%. Así, en una editorial como Debate, que sirve de entrada a muchos autores noveles en el circuito editorial comercial, "el precio estándar de 2.000 euros que no hace ni un año pagábamos de adelanto por una primera novela, ha quedado casi reducido a la mitad", señala su director, Constantino Bértolo. Más bajos son aún los adelantos en editoriales independientes como Pre-Textos o Lengua de Trapo, donde se paga un promedio de 800 euros.
"Es una reducción que está en correspondencia con la reducción de títulos publicados. Y es que, tras años de euforia y de apuesta por jóvenes valores, el mercado editorial experimenta una retracción", explican con palabras casi idénticas Bértolo y Fernández de Blas.
A diferencia de hace veinte años, cuando el escritor era un funcionario o maestro y se contentaba con recibir de vez en cuando una propina como derechos de autor, hoy "el escritor se esfuerza en conseguir un buen adelanto, probablemente el único dinero que verá de la editorial -en las liquidaciones que te mandan sobre derechos de autor siempre sale el saldo a su favor- y también la mejor garantía de que ésta se encargará de promover tu libro", señala Martín Garzo. Razón por la cual "tener una agente literaria para negociar se ha convertido en un requisito".
Es esa escala de valores no escrita que se establece en una especie de boca a boca sobre quien vende y no vende la que lleva a muchos autores a mantener lo que cobran y sus cifras de venta como uno de sus mayores secretos, cuando no a marcarse el farol, "tratando de hacer creer que venden o cobran más de lo que lo hacen", señala la agente literaria Ángeles Martín.
"Los escritores mienten tanto como los editores", reconocía con humor uno de éstos. Así, "mientras los autores tienden a hinchar sus ventas o anticipos, los editores se han puesto a decir que como no vendemos, hay que bajar adelantos. Me pregunto si no será una táctica para pagar menos". El caso es que "la retracción sólo afecta a los de abajo; así, mientras los editores se siguen disputando a golpe de chequera a los de arriba, otros cobran cada vez menos", señala a su vez Martín.
Aun así todo el que consigue publicar sigue siendo la excepción y un privilegiado. Sólo una minoría entre los miles de manuscritos que llegan a las editoriales pasa la criba. Lo cierto es que la figura del escritor está revestida hoy de un brillo social "gracias a que hoy a los políticos e instituciones les encanta organizar actos con escritores para dar la sensación de que se ocupan de la cultura, transformando al escritor en figura pública", señala Martín Garzo. "Y en este país al ser importante se te supone una vinculación con el dinero. Pero la realidad es que los libros siguen sin leerse ni venderse". Son palabras de un autor distinguido con el Premio Nacional de Literatura.
"Cuando ganas un premio como el Planeta te tratan como si fueras una potentada", señala Espido Freire, "pero la mitad se te va en impuestos y nada te asegura que puedas seguir viviendo de tus derechos de autor". Así, la carrera más meteórica de las letras españolas -con 25 años se convirtió en la ganadora más joven del galardón mejor dotado
- hoy trata de complementar su actividad literaria con artículos, conferencias y otras fuentes de ingresos más continuadas. Éste es el modus vivendi más habitual entre la mayoría de autores más asentados en el panorama editorial español.
"No es saludable concentrarse en un solo aspecto de la escritura, sobre todo porque no sabes nunca con qué ritmo vas a escribir tu próxima novela", señala Juan José Millás, a pesar de llevar ya 14 títulod a la espalda con los que ha ganado varios premios, desde el Sésamo, en 1974, o el Nadal, en 1990, al Primavera, en 2002, dotado con 180.000 euros. Lo mismo señala Rosa Montero: "Yo hago hincapié en vivir del periodismo. Cuando se me acercan jóvenes diciéndome que quieren vivir de sus novelas les digo que es un error garrafal. Las obras deben ser un campo de libertad. Ya bastantes presiones sufres del exterior y del mercado como para encima hacer depender la hipoteca de tu casa de una posible novela". Lo cierto es que vivir sólo de la literatura es más duro de lo que parece. "Incluso con un adelanto de 36.000 euros, una vez has reducido impuestos, lo que te queda es muy poco si lo divides por los dos o tres años que has tardado en escribir la novela, así que no te queda más remedio que sacar tus ingresos de otras actividades", sostiene Martín Garzo, que dejó su trabajo de funcionario para dedicarse por entero a su vida de escritor.
Pepa Roma es autora de La trastienda del escritor (Espasa)
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