Unicaja fuerza el quinto partido

La segunda semifinal de la Liga ACB consumirá su trayecto máximo. El Unicaja empató la eliminatoria con el Pamesa en un partido extraño, en el que los dos equipos parecieron demasiado maniatados por la trascendencia del momento, y de anotación escasa algo maquillada al final por la cantidad de tiros libres que se lanzaron.

El Unicaja ganó porque corrió y porque impuso su juego exterior. Es decir, porque mostró su mejor cara, la que le hace un equipo competitivo. Aunque en los comienzos pareció igual de atascado que en el tercer partido. O más, si cabe. Dispuso Maljkovic un quinteto inicial extremadamente defensivo, con Berni, Slater y Kornegay, y sin ningún tirador. Resultado: sólo dos puntos en los primeros ocho minutos. El Pamesa no sentenció porque perdió demasiados balones y porque estuvo muy desacertado en el lanzamiento. Se encontró con demasiada facilidad con una ventaja cómoda (4-14) y dio muestras de una tremenda superiordad.

Maljkovic rotó sin cesar su quinteto, hasta que comprendió que era la noche de Risacher y Sonko. Los dos franceses dieron otro aire al juego de su equipo, con una velocidad mayor y, sobre todo, mayor atrevimiento en el uno contra uno. Pero la base de la remontada radicó en la mejora en la defensa, la propia de Unicaja. Las tornas se invirtieron. En el segundo cuarto fue el Pamesa quien se atascó, y sólo anotó siete puntos, con una paupérrima aportación de su banquillo -un punto de Hopkins-. Y recibió 20. Al descanso, Unicaja había recuperado la ilusión (31-25).

El choque fue manejado desde entonces por el cuadro malagueño. Hubo fases de igualdad, pero más por los frenazos de los locales que por la consistencia del Pamesa, que pasó un calvario ante la defensa rival, con muchos errores de precipitación y en la que sólo Oberto abrió alguna vía, mientras que, al contrario que el miércoles, su juego exterior fracasó.