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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

La mandrágora, el basilisco y Harry Potter

"LA CÁMARA SECRETA HA SIDO ABIERTA", advierte un enigmático mensaje escrito en una pared del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. La amenaza se cierne sobre los aprendices de mago y sus profesores. Harry Potter (Daniel Radcliffe) acompañado de sus amigos Hermione Granger (Emma Watson) y Ron Weasley (Rupert Grint), deberá enfrentarse al misterio con ayuda de sus incipientes poderes mágicos. Segunda entrega cinematográfica de las aventuras de ese niño mago: Harry Potter y la Cámara Secreta (2002), de Chris Columbus, basada en las novelas de la escritora J. K. Rowling.

Un mundo poblado de serviles elfos, parlanchinas arañas gigantes, autos voladores y engreídos profesores de Defensa contra las Artes Oscuras que recupera, en clave detectivesca en este caso, buena parte del bestiario fantástico del que se nutren el folclor y literatura universales.

Ahí tenemos, espléndidamente recreados con las modernas técnicas de animación digital, la mandrágora y el basilisco. De la misma familia que la patata, el tomate y el tabaco, la mandrágora es una planta solanácea cuya raíz, tuberizada y bifurcada, se asemeja a un cuerpo humano. Antaño se le atribuían propiedades diabólicas como la de lanzar horribles gritos cuando se la arranca de la tierra. Con ella se hace, según cita el erudito Juan Perucho en Botánica Oculta, no sólo el ungüento que emplean los brujos para ir al aquelarre, volando, claro está, con una escoba, sino también la poción que les permite transformarse en animales. Posee también virtudes maravillosas y propiedades eróticas e incluso se puede emplear para seducir a doncellas: basta hacer beber, castamente, a la susodicha licor de mandrágora "a lo menos cinco o seis días, y el séptimo, que será viernes, si puede ser, coma y beba alimentos naturalmente calurosos que le exciten al amor, y cuando se sentirá en ese estado, procure mantener una conversación familiar con el objeto de su pasión y hágala de modo que pueda mirarle fijamente por el espacio de un Avemaría". En Hogwarts, un preparado a base de mandrágora servirá para devolver la normalidad a los individuos petrificados. Perucho señala que el "hombre-raíz" de la mandrágora es una clase más de ser artificial que añadir a la lista de los golem, androides y homúnculos.

En todo caso, los amantes de la jardinería deben obrar con suma precaución (o requerir los servicios de un buen mago), puesto que al arrancarla del suelo se corre el riesgo de morir en el empeño. Se recomiendan dos técnicas: trazar tres círculos a su alrededor con la punta de una espada o bien, a falta de ésta, atar el extremo de una cuerda de cáñamo en torno a la raíz y el otro extremo al cuello de un perro negro al que se le propinan unos buenos latigazos (¡adiós animal, eso sí!). Se transplanta luego "en tierra roja, expuesta a los rayos del sol y cotidianamente regada con sangre de animal". Después de una semana de cuidados, la mandrágora adquiere la forma humana. Su desarrollo, que dura 40 días, da lugar a un pequeño ser, dotado de palabra y razón, que se arranca a sí mismo de la tierra.

No menos fantástico resulta el basilisco, humilde saurio semejante a la iguana dotado de cresta dorsal que vive en el continente americano y que en el monstruario fantástico es un ser fabuloso nacido de un huevo puesto por un gallo e incubado por un sapo (¿un nuevo engendro del doctor Moreau?). Según Plinio, era una serpiente con una mancha en forma de corona en la cabeza. Aunque su apariencia ha cambiado según la imaginación del que lo describe, ha mantenido intacta su mortífera mirada petrificadora.

En El Libro de los Seres Imaginarios, Borges cita el siguiente pasaje: "con el silbo y el mirar temido / lleva la muerte a la vista y al oído". El canto del gallo lo mata. Así, el viajero precavido se provee de un gallo para atravesar parajes desconocidos donde puede residir semejante ser. Otra arma, cuenta Borges, es un espejo: al basilisco lo fulmina su propia imagen, un par de remedios bastante sencillos que habrían ahorrado más de un sobresalto al bueno de Harry.

En ese maravilloso mundo en el que todo (o casi) se resuelve a golpe de varita o poción mágica, pero en el que la lógica ocupa aún un lugar, quedan algunas cuestiones abiertas: ¿cómo puede comunicarse Harry con las serpientes, hablando en su lenguaje reptiliano, si éstas son prácticamente sordas a sonidos propagados por el aire? ¿Por qué el grafito de la pared de Hogwarts aparece a una altura tan elevada si ha sido pintado manualmente sin intervención mágica? ¿Qué dieta alimenticia sigue el basilisco?

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