"Y ahora, Wimbledon, ¿no?"
Tras vencer en París, Ferrero se siente ya capaz de todo
Un streaker, un nudista, Marc Roberts como siempre, decidió saltar a la pista cuando el partido había entrado en su única fase de interés. Tres pelotas de tenis ocultaban sus órganos genitales y una inscripción publicitaria le cubría el pecho y la espalda. Se paseó por la cancha, frente a un palco de autoridades en el que se encontraban Juan Antonio Samaranch, presidente honorario del Comité Olímpico Internacional, y tres ministros españoles, Mariano Rajoy, Vicente Zaplana y Pilar del Castillo. Pero no consiguió que Juan Carlos Ferrero le dedicara la más mínima atención. "Verkerk acababa de hacerme una rotura del saque", la única, "y mis preocupaciones eran otras".
Aquello no cambió nada. La determinación de Ferrero siguió hasta que lanzó con fuerza su último derechazo paralelo a un punto inalcanzable ya para el gigante holandés. "Es tan especial", confesó luego el de Onti-nyent; "me siento bien, pero mañana estaré mucho más contento". Cuando un periodista británico le preguntó por sus planes, contestó: "Me voy a casa. Descansaré unos días y luego comenzaré a entrenarme en una pista de hierba sintética. Ahora, a ganar Wimbledon, ¿no?". Lo dijo sonriéndole, pero, en el fondo, Ferrero siente que triunfar en París le ha liberado de la ansiedad que comenzaba a sentir por haber estado tan cerca y no haber conseguido hasta ahora ganar un torneo del Grand Slam.
"Incluso después de perder contra Albert Costa, en 2002, creí que un día ganaría. Y ahora creo que puedo ganar más veces". Su objetivo, sin embargo, no se reduce a la capital francesa. Piensa que tiene posibilidades en los otros grandes. Y se marca el objetivo inmediato de convertirse en el número uno mundial. "Para mí, sigue siendo el objetivo prioritario", asegura; "es para lo que luchamos todos los jugadores". Ferrero, que ya lidera la clasificación del año, se encuentra ahora a 140 puntos del estadounidense Andre Agassi, el segundo, y a 375 del australiano Lleyton Hewitt, el líder. Pero éste tendrá que defender 225 en el torneo Queen's y otros 1.000 en Wimbledon, donde ganó en 2002. Por tanto, Ferrero puede alcanzarle en la catedral.
Ahora, sin embargo, su cabeza está metida en otra historia: "Quiero regalarme un coche Aston Martin, pero mi entrenador no me deja". Antonio Martínez Cascales, que, junto a Eduardo Ferrero, Miguel Maeso, su preparador físico, y Víctor Muñoz, el fisioterapeuta, van a cortarse el pelo al cero, aduce que, si quiere un automóvil nuevo, debe venderse uno de los que ya tiene: un Mazda RX8, un Porsche, un Mercedes, un Mitsubishi y un Renault Spider descapotable. Claro que ayer Ferrero recibió un cheque de 840.000 euros.
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