La Liga de las deudas
Angel Marín es presidente del Córdoba desde hace casi dos años, club que milita en Segunda División. Es un presidente novato en el complicado mundo del fútbol, donde de poco sirven sus 60 años de edad y sus éxitos como constructor. El pasado mes de diciembre, la situación del equipo era pésima, instalado con cierto desparpajo en el último puesto de la clasificación. Las derrotas caían una detrás de otra y el murmullo de los aficionados se dejaba sentir en el palco. "En el fútbol manda todo el mundo menos el que paga", suele decir este hombre. La cuestión es que, allá por el mes de diciembre pasado, pusieron encima de su mesa una propuesta arriesgada: contratar a un entrenador y a 10 jugadores aprovechando que se abría durante un par de semanas el mercado de traspasos durante las navidades. En otras palabras: menos al guardameta, se trataba de cambiar al equipo entero.
La mayoría de los clubes ha vuelto la vista hacia el Gobierno; quieren que se derogue la llamada 'ley Cascos' o que se incremente el porcentaje de las quinielas
La deuda global del fútbol español asciende, según las auditorías a fecha 30 de junio de 2002, a cerca de 1.600 millones de euros
Un diagnóstico comúnmente aceptado no ha llevado a una estrategia común a la hora de afrontar la crisis. Y en este aspecto se diferencia de otras Ligas europeas
"Me propusieron fichar a jugadores veteranos, a gente con experiencia que no tuviera miedo y estuviera capacitada para sacar la situación adelante", recuerda. Marín dio el visto bueno a la operación: mejor eso que convertirse en la bestia negra de la ciudad. La mayoría de los jugadores fueron alquilados a otros clubes en calidad de cedidos y haciéndose cargo el Córdoba de una parte de su salario. La operación resultó un éxito inicialmente (el Córdoba llegó a ganar cinco partidos seguidos y abandonó el último puesto), pero luego tendió a estabilizarse. A falta de cuatro partidos para el final de la temporada, el Córdoba todavía lucha por evitar el descenso: el calendario parece cómodo, y bastarían dos victorias para alcanzar el objetivo.
Así que Ángel Marín deberá esperar todavía un mes para evaluar el resultado de esa operación. Lo que no tiene vuelta de hoja es la repercusión económica que habrá tenido esta iniciativa: los gastos se han incrementado un 30% y el club verá aumentado su déficit. Si el Córdoba salva la categoría, el aficionado dará por buena la gestión de Marín. Pero el presidente no parece muy satisfecho: "Lo que he hecho no es recomendable para nadie. En el fondo, significa que nos habíamos equivocado totalmente a principios de temporada. El fútbol se te escapa de las manos, habría que cambiarlo totalmente". Ahora el Córdoba es uno de los clubes adheridos al llamado Grupo de los 30, grupo que ha tomado la decisión conjunta de no iniciar la temporada que viene si antes no media un contrato satisfactorio de televisión. El fútbol anuncia crisis para este verano. Verano caliente. Uno más.
Parón en el mercado navideño
El Córdoba fue uno de los protagonistas del mercado navideño, que mostró una inactividad preocupante porque apenas se gastaron tres millones de euros en fichajes. ¿Preocupante? Lo que en otras condiciones podría ser interpretado como un síntoma de contención en el gasto, resulta ser un termómetro de la situación de colapso en la que se encuentra el fútbol: no hay fichajes porque sencillamente no hay dinero. El parón en el mercado navideño ha sido significativo: hace unos años, los clubes se gastaban 60 millones de euros; el pasado año, el primer aviso llegó con una bajada hasta los 24,2 millones. Este año, la cifra es elocuente: tres millones es igual que nada. La crisis está aquí.
Las alegrías de otros tiempos se han acabado. Los cerca de 50.000 millones de pesetas que recibió el fútbol español de las televisiones entre 1998 y 2003 han tenido un efecto perverso: la deuda global del fútbol asciende, según las auditorías a fecha de 30 de junio de 2002, a cerca de 1.625 millones de euros (unos 270.000 millones de pesetas). Según algunas fuentes, un 60% de esta cantidad corresponde a deudas entre los propios clubes, que se han ido intercambiando jugadores en estos años a cambio de pagarés. El resto se reparte, fundamentalmente, entre Hacienda, deudas a jugadores y bancos. "No hay dinero, sólo hay un inmenso pagaré flotante en el mercado", reconoce un experto de una empresa consultora. "Sólo hay papel. Podríamos decir que los clubes no están en disposición de cambiarse jugadores unos a otros: se cambian cromos".
La consultora Deloitte & Touche, la firma auditora con más experiencia en el fútbol, edita anualmente unos estudios sobre las principales Ligas europeas. El último documento publicado sobre la Liga española data de octubre de 2000, y se refiere a las cifras de la temporada 1998-1999. Ya por entonces, ese estudio, dirigido por José Luis Sánchez Fernández de Valderrama, catedrático de Economía Financiera de la Complutense de Madrid, advertía de lo que estaba pasando: "A pesar de existir nuevas fuentes de ingresos, los clubes de fútbol no han sabido aprovecharlas para sanear su estructura financiera y su pobre apalancamiento, sobre todo porque los nuevos recursos se han utilizado como elemento de competencia, generándose una espiral alcista en los precios de traspaso de los jugadores, que han sido, junto a los intermediarios, los principales beneficiarios de la situación". Curiosamente, Deloitte & Touche no ha vuelto a publicar ningún nuevo estudio sobre el fútbol español. "No se ha podido hacer", aseguró un portavoz de la firma a este periódico. "Dejamos de tener acceso a las cuentas anuales de los clubes. Muchas de ellas ni siquiera estaban depositadas en los registros mercantiles. Y algunos clubes se negaron a facilitarlas. En esas condiciones era imposible hacer un estudio serio".
Pero aquella advertencia se ha cumplido. Los clubes han seguido fichando jugadores y comprometiéndose a salarios altos y de larga duración hasta hipotecar toda su cuenta de resultados. La realidad actual es desalentadora. En Primera División hay 11 clubes cuyos gastos de personal y amortizaciones de fichajes se comen algo menos del 90% de los ingresos ordinarios; en cinco clubes, esos costes suponen más del 100% de los ingresos, y en cuatro superan el 130%. Quiere ello decir que, inevitablemente, se producen pérdidas una vez concluida la temporada. La forma tradicional de tapar ese agujero es vender jugadores, es decir, hacer resultados extraordinarios: las pérdidas se convierten así en beneficios. Pero ahora sucede que casi nadie compra. Y casi nadie puede vender. Y el déficit engorda. Ha engordado tanto que la suma de las deudas de los 42 equipos de Primera y Segunda División ha llegado a los 1.600 millones de euros, cuando el presupuesto de todos los clubes para este año está en 1.257 millones de euros (208.000 millones de pesetas).
Señal de alerta
La situación se ha convertido en una dramática llamada de alerta por un hecho coyuntural: justo este año finalizan aquellos espléndidos contratos televisivos firmados en plena euforia digital, cuando el fútbol parecía ser el garante de todo aquel nuevo proyecto televisivo en ciernes. Fue la llamada burbuja digital: hoy día, las principales plataformas europeas de pago por visión amenazan ruina o buscan el amparo de fusiones de conveniencia. En España, Sogecable y Vía Digital son hoy una misma compañía. Ya no compiten. No hay tal subasta por su parte. Y su oferta se sitúa a la baja: si los clubes valoran la Liga española en 60.000 millones de pesetas, la oferta en firme ronda los 40.000. Aquella negociación individual de hace seis años ya no les sirve a muchos clubes: temen encontrarse frente a un contrato a la baja con un balance repleto de deudas. Es decir, la peor situación posible. Menos dinero justo cuando más falta hace.
Así que la mayor parte de los clubes han vuelto la vista hacia el Gobierno, una reacción harto conocida. El 24 de abril le enviaron una carta al vicepresidente Rajoy en demanda de medidas como la derogación de la llamada ley Cascos o un incremento del porcentaje de las quinielas. El Gobierno ha pedido calma y, en algún caso, que no hicieran mucho ruido durante la pasada campaña electoral. Pasados unos días del 25-M, exactamente el 29 de mayo, la asamblea de la Liga Profesional decidió (en ausencia de 12 clubes de Primera División) no dar comienzo a la próxima temporada si no se firmaba un contrato televisivo. ¿Por qué ahora ese deseo de derogar la ley Cascos?: "Porque el fútbol televisado valdrá más dinero si no hay obligación de dar partidos en abierto", dice Pedro Tomás, presidente de la Liga, "necesitamos optimizar el producto fútbol".
El Gobierno se compromete a estudiar el caso, pero no está dispuesto a iniciar un segundo plan de saneamiento. No sólo porque no sería de recibo ante la opinión pública, sino porque, según Carlos Blanco, director general del Consejo Superior de Deportes, "estamos ante un caso distinto: aquella deuda era fundamentalmente con las administraciones públicas y ahora nos encontramos que dos tercios de la deuda actual es privada. Aquí la Administración no puede hacer nada. Estamos dispuestos a mediar en el asunto de las quinielas y a estudiar incluso una reforma de la ley Cascos. Pero lo fundamental para remediar esta situación es incidir en la contención del gasto". El Consejo Superior de Deportes recibe anualmente las auditorias de los clubes y, año tras año, ha elevado a cada entidad una serie de recomendaciones. A la vista de la experiencia, no se han cumplido. ¿Cómo es posible que se haya llegado a esta situación cuando todos los expertos advertían del peligro?
Crisis en Europa
"La crisis del fútbol español es un hecho", explica Javier Pérez Farguell, director general del Barcelona, un ejecutivo que ha llegado recientemente al fútbol procedente de una entidad financiera, Caja Madrid, y que, por tanto, no parecía contaminado por los usos y costumbres tradicionales en este deporte. "Pero no es una situación excepcional en España. Estamos en crisis al igual que Italia, Alemania y, en alguna medida, Inglaterra. Los costes salariales se han disparado muy por encima de unos ingresos que también han aumentado. Ello tiene mucho que ver con la presión competitiva: unos, los grandes, porque están sometidos a luchar por unos objetivos, y otros, porque padecen la presión de eludir el descenso. Dado que competimos en Ligas que no están cerradas, se ha producido el colapso actual. Lo que va a suceder es que, inevitablemente, los próximos contratos no van a poder ir por el mismo camino. Se tienen que arbitrar unos sistemas de contención del gasto que habrá que respetar a rajatabla".
A la hora de hacer un diagnóstico, las coincidencias son amplias, pero nadie parece haber sido capaz de evitar la crisis. Juan José Hidalgo, propietario de empresas de éxito como Air Europa y Viajes Halcón, propietario también del Salamanca, reconoce su impotencia a la hora de gestionar un club de fútbol: "En el Salamanca vivíamos de un traspaso cada año. Gracias a ese ingreso salvávamos la temporada. Así ha sido durante ocho años. Pero el mundo del fútbol es muy complicado. Sí, decimos que son sociedades anónimas, pero yo diría más bien que son sociedades sociales. Los aficionados exigen, ejercen una gran presión sobre los dirigentes, y luego quieren cambiar a un presidente sin tener en cuenta que es el propietario, que para cambiarlo hace falta una aportación de capital por lo menos. Y yo digo: ¿qué es una buena gestión deportiva?, ¿es una buena gestión la que ha hecho estos años el Alavés? Parece que sí. Pues un par de errores en unos fichajes y ya vemos los resultados: Mané [el entrenador que llevó al equipo a la final de la Copa de la UEFA hace dos años], en la calle, y el club, en Segunda". Según las auditorías de los clubes de fútbol, dos de las tres entidades en mejor situación en lo que respecta a sus deudas a corto y largo plazo son precisamente el Alavés y el Recreativo de Huelva, dos de los clubes que acaban de firmar hace unos días su inevitable descenso a Segunda División.
Liga económica
"El mercado está colapsado", reconoce Jesús Samper, presidente del Murcia, club que acaba de ascender a Primera División, y años atrás secretario general de la Liga de Fútbol Profesional. Samper dimitó hace seis años porque los clubes decidieron ir a una negociación individual de los contratos televisivos. "Hay un defecto de raíz, que son los gastos en jugadores. Pero no me vale generalizar: el Murcia puede atender sus deudas. Amenazar con un cierre carece de fundamento. No me sumo a esta decisión. La Liga ha perdido autoridad para obligar al autocontrol, y ahí está el verdadero problema". La experiencia francesa, donde el Mónaco puede descender a Segunda División por sus deudas, a pesar de que se ha clasificado para jugar la próxima Liga de Campeones, es ahora el ejemplo hacia el que todos apuntan. "Tiene que haber una Liga deportiva y una especie de Liga económica", apunta Hidalgo.
Un diagnóstico comúnmente aceptado no ha llevado a una estrategia común a la hora de afrontar la crisis. Y es en este aspecto donde el fútbol español se separa de otras Ligas europeas.Además de la crisis surge el conflicto: la Liga se divide entre grandes y modestos. Cada grupo quiere negociar de forma diferente sus contratos televisivos. Y cada cual pretende una forma diferente de reparto. Y la mayoría, los modestos, amenazan con el cierre. En el fondo de esta polémica subyace una cuestión que también anunciaban los expertos hace unos años. Decía el último informe de Deloitte & Touche: "El futuro de los clubes grandes y pequeños será cada vez más diferenciado en perjuicio de estos últimos".
"Una buena parte de los clubes estamos en ruina", señala Juan José Hidalgo. "Es una ruina absoluta. Así no podemos continuar, así que nos da lo mismo. Para qué vamos a comenzar la próxima Liga si no tenemos dinero ni para pagar la luz. Me parece muy bien que haya clubes que ganen más dinero por televisión. No lo discuto. Pero una Liga tiene que tener una cierta igualdad de oportunidades. Y eso no se produce en nuestro fútbol. A mí me hacen mucha gracia algunos de los clubes que se han unido a los grandes. Por ejemplo, los andaluces [Betis, Sevilla y Málaga] ahora se creen grandes cuando hace nada estaban en Segunda División. Se benefician de unos canales autonómicos que están dispuestos a ayudarles. No podemos consentir estas desigualdades. Lo mismo pasa con los gallegos y con los vascos. Si se creen grandes, si quieren otra Liga, que se vayan a Europa".
Los clubes modestos pretenden un reparto más equilibrado de los ingresos por televisión. "No queremos llegar a los índices de la Liga inglesa", asegura Javier Tebas, asesor jurídico del Badajoz, el dirigente que ha aglutinado al grupo de modestos. "La diferencia entre el que más percibe y el que menos en la Liga inglesa es de 2,5 a 1. aquí estamos en una situación de 6 a 1. Y estábamos dispuestos a aceptarla. Lo que sucede es que, con las ofertas que hay sobre la mesa, esa distancia se iba a colocar en un 13 a 1. Y eso es insostenible para una competición". Esas diferencias de ingresos no consideran un segundo factor: los beneficios que logran los clubes que compiten en la Liga de Campeones. Los cuatro clubes que han competido en Europa este año (Real Madrid, Barcelona, Valencia y Deportivo) recibirán sólo por ese concepto unos ingresos equivalentes al presupuesto anual de buena parte de los clubes de Primera.
Esta fractura en la Liga amenaza con ser un conflicto serio y difícil de manejar porque ahora mismo el fútbol carece de una cabeza visible, dado el desprestigio de una federación abrumada por las denuncias de despilfarro. Y las tensiones dan lugar a la polémica: los modestos apuntan su enfado hacia Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, a quien señalan como una especie de líder del apartheid. Florentino es vicepresidente de la Liga. "Se presentó con la condición de que nadie compitiera contra él. Lo aceptamos y así nos lo paga", dice un directivo.
"Puedo entender algunas quejas de los clubes modestos, pero hay que hacer un matiz", dice Pérez Farguell, director general del Barcelona. "Nosotros somos grandes en España, eso es cierto, pero estamos en condiciones de igualdad respecto a otros clubes de Europa. Necesitamos otros ingresos para competir con nuestros iguales, que son el Manchester, la Juve, el Milan. Ése es el problema".
¿Tendrá sentido la Liga española en su versión actual? Algunos estudios apuntan, inevitablemente, hacia Europa, donde los grandes clubes van ganando terreno paso a paso. El G-14 (grupo formado por los 14 clubes más potentes de Europa), que tiene su sede fija ya en Bruselas, habla de límite salarial, y comienza a fijar criterios para el futuro de unos cuantos. Un estudio relativamente reciente elaborado por dos expertos economistas del Imperial College Management School, titulado La americanización del fútbol europeo, parte de la base de que el fútbol es el único factor de mundialización que escapa a la tutela norteamericana, frente al mundo de la imagen, dominado por Hollywood, y el del dinero, dominado por Wall Street. Estos expertos apuntan a un hecho inevitable: en un mercado global, las diferencias entre grandes y pequeños se harán tan radicales que no habrá otra solución que ir a una Liga paneuropea con estructuras muy similares a las de las grandes competiciones americanas.
La decisión del sindicato de jugadores
EN UNA SOCIEDAD tan conflictiva como acostumbra a ser la del fútbol español, que se mueve con cierta comodidad en medio de la polémica, es difícil establecer un calendario de crisis. Todas las fuentes consultadas anuncian un verano caliente repleto de reuniones a diferentes bandas, aparición de mediadores, dificultad para establecer consensos y declaraciones de grueso calibre. Pero hay una fecha en el calendario que tiene un carácter inflexible: el 31 de julio. Ese día todos los clubes deben de estar al corriente de sus deudas con los futbolistas so pena de ser descendidos de categoría. Y es al sindicato de jugadores (AFE) a quien le corresponde dar el visto bueno final.
Si la AFE dice no, el descenso es inevitable.
A la vista de la situación, Gerardo González Movilla, presidente de la AFE, quiere estar preparado para lo que se avecina. Las denuncias por impago se han disparado en paralelo con el aumento de la deuda. Los últimos años, la deuda con los jugadores solía oscilar en torno a los nueve millones de euros, pero ya el año pasado las denuncias (147) llegaron a alcanzar la cifra de 18 millones de euros. A pesar de ello, el 31 de julio de 2002 se llegó a un acuerdo. Sin embargo, las previsiones respecto a esta temporada son muy preocupantes: los 18 millones de euros pueden convertirse en casi 30. Y la AFE es muy exigente a la hora del acuerdo: sólo acepta pagarés garantizados por la Liga, por la federación o por un banco. No vale la firma del presidente de turno.
Dado el colapso de la tesorería de la mayor parte de los clubes del fútbol profesional, no parece muy claro que el 31 de julio exista capacidad para atender esa deuda. Movilla ha convocado hace unas semanas a los jugadores en una asamblea para hacerles ver la situación. Y está dispuesto a convocar una nueva asamblea en julio si se plantea un conflicto que pueda llevar al descenso automático a varios clubes. "Nosotros nos hemos movido siempre por la solidaridad, y eso lo tienen muy claro los jugadores de los grandes equipos", dice Movilla, "Si hay que tomar decisiones difíciles, quiero que sean ellos quienes las compartan". La Liga quiere que la AFE acepte pagarés garantizados con los nuevos contratos televisivos.
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