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Crítica:FERIA DE CÓRDOBA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Petardo de orejas

Lluvia de orejas en la última corrida del abono. La generosidad sin límites del público y la escasa personalidad de la autoridad convirtieron el resultado final del festejo en un auténtico petardo. Lo más sobresaliente, el encierro de El Torero, con toros encastados, bravo el primero, casi todos con movilidad y dispuestos a darle el triunfo a los toreros. La incomodidad del viento impidió verlos en mejores terrenos. De todos ellos, el mejor fue el primero, que se empleó en todos los tercios.

Jesulín, que se olvide de los dos apéndices que le abrieron la puerta de Los Califas y examine con detenimiento la obra construida ante su lote. Con una faena vulgar, sin chispa, ventajista, dejó escapar el mejor toro del encierro y de la feria. A una embestida fija y repetitiva el gaditano respondió con escaso temple y lagunas técnicas. Idénticos parámetros en el del ficticio triunfo. No hilvanó ninguna tanda y buscó el calor del tendido en un arrimón que no merecía la condición del toro. Estocada fulminante.

El Torero / Jesulín, Finito, Morante

Seis toros de El Toro, justos de presentación, nobles. Jesulín de Ubrique: estocada trasera -aviso- (saludos); casi entera, (dos orejas). Finito de Córdoba: estocada, (oreja); pinchazo, estocada, -aviso-, descabello (saludos). Morante de la Puebla: estocada caída, (oreja); estocada baja (aplausos. Plaza de los Califas, 4ª de feria, 31 de mayo, media entrada.

Finito tardó en acoplarse al excelente son de su primero. A la faena le faltó la lógica sincronización. Los mejores muletazos llegaron cuando ya estaban rendidas las fuerzas del animal. A las tandas iniciales les faltó más decisión. Con el festejo en su punto álgido, Finito apenas pudo emplearse con el quinto, el más parado del encierro. Muletazos aislados en una faena en la que el torero exigía mucho más a su oponente, que se quedó muy pronto parado.

El sevillano Morante, a su aire. Administra con demasiado celo el arte que atesora y en Córdoba sólo dejó aromas refrescantes. Tardó en entrar en su primera faena, a la que le faltó armazón. Detalles pintureros en el de cierre, donde apenas se esforzó. El toro no era de su condición y se alivió. Las cosas de Morante.

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