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Entrevista:ALBERT COSTA | Campeón en 2002 | TENIS | Comienza el torneo de Roland Garros, la 'catedral' de la tierra batida

"Creía que tenía un límite y lo rompí ganando en París"

Su vida cambió el año pasado por estas fechas. El 9 de junio de 2002, Albert Costa ganó el torneo de Roland Garros y entró en la historia del tenis. Al leridano, de 27 años, octavo en la clasificación mundial, se le estaba pegando la leyenda de promesa rota no porque su carrera no hubiera estado jalonada de triunfos, sino porque se esperaba mucho más de él por su calidad. A partir de hoy, Costa defenderá su mejor título. No está asustado. Aunque no está teniendo una buena campaña en tierra batida -derrotas en la segunda ronda en Montecarlo y Hamburgo y en la tercera en Barcelona y Roma-, cree que está entre los candidatos a la victoria. "A cinco mangas, las cosas son realmente muy distintas", afirma.

"Ferrero, Moyà y Kuerten son candidatos al título de este año, pero no más que yo"
"Soy un jugador de equipo. Ser el capitán en la Copa Davis sería lo que más me llenase"

Pregunta. ¿Roland Garros es ahora su reto?

Respuesta. Sí. Intentaré revalidar el título. Tengo buenas sensaciones. El hecho de haberlo ganado me hace pensar que puedo repetir. He adquirido experiencia y sé cómo debo hacerlo.

P. ¿Qué cambió en su vida tras ser campeón en París?

R. Mi mentalidad. Ahora creo que puedo ganar un grand slam. Voy a los torneos con una mentalidad distinta, más positiva.

P. ¿Le afianzó también en lo personal?

R. Me dio una gran tranquilidad interior. En lo que he hecho, en mi profesión, he triunfado. He ganado una Copa Davis, tengo una medalla olímpica, once torneos, un grand slam, he jugado dos Masters... Y, sobre todo, ser campeón de Roland Garros me llena por completo. He conseguido lo que había soñado. Eso me permite vivir tranquilo; a mí y a mi familia.

P. Allí comentó que sus dos hijas le dieron la tranquilidad de espíritu necesaria para poder ganar. ¿Ahora le crean problemas en algún momento?

R. No. Quien es padre ya sabe que algunas noches debes levantarte cuatro veces. Pero eso es normal. Cuando tengo que entrenarme, se levanta mi esposa. Lo resolvemos así. En cambio, tener a dos personitas que dependen de mí me da más estabilidad emocional, más ánimos y más fuerzas.

P. Al margen, sus gemelas le dan otra perspectiva de la vida.

R. Es cierto. Antes estaba obsesionado por el tenis. Sólo vivía para este deporte. Ahora el 95% de mi tiempo lo ocupa el tenis, pero hay un 5% que lo dedico a estar o a pensar en mis hijas. Me encanta jugar al tenis, pero a la vez entiendo que no debo dramatizar lo que me ocurra en la pista. Tengo a Claudia, a Alma y a mi esposa, Cristina. Son lo más importante de mi vida.

P. ¿Ganar en Roland Garros le ha liberado?

R. Sin duda. Porque pensaba que tenía un límite y lo rompí. Llegué a creer que no era un tenista para alcanzar un grand slam, aunque la gente opinaba que sí. Pero pienso que pude dar este salto no sólo por el positivismo que detectaba en todo mi entorno familiar, sino también porque con Josep Perlas y Toni Estalella realizamos un trabajo físico y tenístico durísimo que puso a mi alcance unos objetivos superiores. Sin este trabajo cotidiano, no habría llegado tan lejos.

P. ¿Qué le decidió a modificar todas estas cosas?

R. Atravesar unos momentos muy bajos, los peores de mi carrera; no ganar tantos partidos, descender en la clasificación mundial. De repente, me dije: "Basta. Voy a intentar darlo todo. Voy a comprobar hasta dónde puedo llegar". Y esa decisión me está aportando cosas muy positivas.

P. Este año, en el trofeo Godó, tras sufrir dos derrotas prematuras, comentó que le costaba adaptarse a la tierra batida. Para un campeón de Roland Garros, ¿no es una incoherencia?

R. No lo veo así. En los primeros torneos europeos me costó. Cogí un sistema de juego en pista rápida que no me funcionó sobre tierra. No encontraba mis esquemas: jugar con más bolas de fondo, tirar largo y pesado, tirar alto, con bolas más largas, abrir más ángulos, ajustar el servicio.

P. ¿Se siente favorito en Roland Garros?

R. Uno de los candidatos. A los que no han ganado se les hace una montaña. Pero yo sé que no lo es tanto. Se trata de saber sufrir en los momentos decisivos. Y de creer que puedes hacerlo.

P. Al mirar atrás y recordar los partidos que vivió el año pasado, ¿qué siente?

R. Para mí, hubo un momento crucial. Fue ante el argentino Guillermo Cañas en los cuartos de final. Fue muy importante porque nunca había superado esa ronda en un grand slam. Supuso romper una barrera. La derribé y pensé que podía ganar el torneo. Me había encallado tres veces en los cuartos, con opciones, con mal sabor de boca. Aquel día iba perdiendo por 4-2 en el cuarto set. Supe resistir, sufrir, y gané por 6-0 en el quinto. Di un salto de nivel fundamental. Me sentía jugando bien y muy fuerte en la pista. Y eso es algo que los rivales notan.

P. ¿Tiene algún recuerdo muy especial de aquel Roland Garros?

R. La sensación que tuve en el último punto de la final contra Juan Carlos Ferrero. Estaba pensando que iba a ganar el título, estaba a punto de restar y mi cabeza hervía. Tenía un convencimiento muy fuerte de que iba a ganar.

P. ¿Se soporta bien todo eso? ¿No le agarrotaban los nervios?

R. Estaba en un estado de paz y tranquilidad. Sólo pensaba en cómo jugaría aquel punto. Y fui capaz de separar mis sentimientos. Otras veces, incluso en torneos menores, resulta imposible.

P. ¿Cómo ve a Ferrero, Carlos Moyà, Gustavo Kuerten...?

R. Son los demás favoritos. Ferrero comenzó la temporada muy bien, ganando en Montecarlo, y Moyà está en un momento impresionante. Les veo muy bien. Pero no más favoritos que yo mismo.

P. Analícenos el momento de Àlex Corretja.

R. A Àlex le está costando. Pasa por un momento de angustia, pero es como dar un paso atrás para coger fuerzas y catapultarse hacia arriba.

P. ¿Qué opina de Rafael Nadal, que le venció en Montecarlo?

R. Es un tenista en alza, muy agresivo. Aquel partido fue muy raro. Le ganaba por 2-0 y 15-40. Y confiaba en vencerle. Pero me sorprendió. Como jugador, es un crack. Tiene un buen nivel y sólo le falta un poco físicamente. Pero, con 16 años, tal vez he visto a tres jugadores que tuvieran su nivel. Mi consejo es que le cuiden mucho. Si le meten presión, le será muy difícil.

P. ¿Al margen de Roland Garros, hay otro grand slam que le seduzca?

R. El Open de Estados Unidos. Me veo con posibilidades de ganarlo porque he mejorado mucho en las pistas rápidas y vamos a realizar una buena preparación para afrontarlo. Para mí, será un torneo tan importante o más que el de París.

P. ¿Tiene la sensación de haber salvado ya su carrera?

R. Totalmente.

P. ¿Le vuelve conformista eso?

R. No. El día en que me acomode me retiraré.

P. ¿Le da miedo defender tantos puntos en París?

R. Es una circunstancia que ya viví en 1999: defendí título en Hamburgo y final en Roma, unos 900 puntos, o sea 100 menos que este año. Y lo superé. Bajé algo en el ránking, pero luego ascendí.

P. Su padre contó en una ocasión que le vio llorar por perder un partido a los 13 años y que no quería que eso se repitiese. ¿Ha vuelto a llorar?

R. Claro. Cuando ganamos la Copa Davis, en 2000, lloré al menos diez minutos. Lo hicimos todos. En cambio, en París no lloré. Siempre me he considerado un jugador de equipo. Cuando estoy en la Davis es como si jugara los cinco partidos.

P. ¿Cómo se siente dentro del equipo de la Copa Davis? ¿No se le ha encasillado demasiado en los dobles?

R. Todos estamos haciendo un esfuerzo muy importante, especialmente Corretja y yo, con nuestro empeño por jugar el doble. Esto da una polivalencia al equipo increíble porque abre la posibilidad de contar con cuatro buenos individualistas. Actualmente, es lógico que se aprovechen más de Ferrero y Moyà en los individuales para reservarnos para el doble. Yo haría lo mismo porque casi no hay diferencia entre los cuatro y se evitan situaciones comprometidas para el doble. Pero creo que también puedo ganar partidos individuales y aspiro a jugarlos, igual que los demás.

P. ¿Cree que tiene la vida resuelta?

R. Económicamente, sí. Cuando acabe mi carrera, estaré una temporada parado. Pero luego sé que haré algo relacionado con el tenis. Ser capitán de la Copa Davis sería tal vez lo que más me llenase.

P. ¿Qué coche tiene?

R. Un Porsche y un Saab, que me deja la marca. El Porsche lo compré tras Roland Garros. Fue un premio. Es el coche que quería y me di ese gustazo.

P. ¿Tiene otras aficiones?

R. El golf. Tengo un handicap 23,6. No es que sea muy bueno. Y también catar nuevos vinos. Creo que soy un poco entendidillo en eso. ¿La última botella? Un Mauro de 2000, muy bueno.

P. ¿Qué quiere para sus hijas?

R. Que puedan cumplir sus sueños. ¿Tenistas? Me gustaría que aprendieran a jugar. Pero que sean ellas las que decidan su vida.

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