Espectacular Montes
Álvaro Montes se presentaba ayer en la plaza de Las Ventas, y a fe que puso todo su empeño en el triunfo, lo que no deja de ser loable, sobre todo en comparación con sus compañeros de terna. Si Montes fue la alegría y la fuerza de la juventud, Moura y Hermoso representaron el papel de los rejoneadores tristes, desganados y cansados. Cómo estaría el torero navarro para que algunos le pitaran y la mayoría guardara silencio tras la muerte de su primer toro; y cómo su compañero portugués, que no dio una a derechas a la hora de clavar.
El público se enfadó con el presidente porque no concedió las dos orejas del sexto a Álvaro Montes. Acertó el usía porque los habituales y entusiastas aplaudidores de este tipo de festejos se lo pasaron en grande con la espectacularidad del joven caballero, pero no acertaron a ver que el primer rejón quedó prendido de mala manera, que clavó con frecuencia a la grupa y resultó atropellado en más de un encuentro. Se lució, sin embargo, al colocar banderillas cortas al violín, lo que hizo las delicias del respetable. Ese toro saltó al callejón y atropelló a un empleado de la plaza, afortunadamente sin consecuencias.
Passanha / Moura, Hermoso, Montes
Toros despuntados para rejoneo de Passanha, bien presentados, mansos, distraídos, pero manejables. Joao Moura: pinchazo y rejón en lo alto (ovación); seis pinchazos (silencio). Hermoso de Mendoza: dos pinchazos y bajonazo (silencio); pinchazo y rejón trasero (ovación). Álvaro Montes: rejonazo que hace guardia, dos pinchazos y descorda al toro (vuelta por su cuenta); rejón (oreja). Plaza de las Ventas, 24 de mayo, 13ª corrida deferia. Lleno.
Montes llamó la atención en su primero, al que recibió con la suerte de la garrocha, popularizada por Javier Buendía, y que resultó muy espectacular por la codicia del toro. Se lució en banderillas al quiebro y al violín, y perdió los trofeos al matar rematadamente mal, lo cual no fue óbice para que el chaval se marcara una vuelta al ruedo que nadie pidió, pero que tampoco nadie protestó.
Moura y Hermoso no tuvieron su día. La verdad es que el más listo echa un borrón. Y parece que ambos maestros se pusieron de acuerdo. El portugués posee una incuestionable madurez artística, y conoce a la perfección todos los secretos y también todas las ventajas del rejoneo. Templa como nadie con el caballo andando de costado y muy cerca de los pitones, pero no acertó a clavar como mandan los cánones. Siempre a la grupa, muy ventajista, su labor careció de relieve en ambos toros.
Y Hermoso de Mendoza pasó por Madrid con una cara muy distinta a la del triunfador nato que nos tiene acostumbrados. No es el rejoneador pletórico de antes, parece cansado y bloqueado y lo transmite con facilidad a los tendidos. En su primero se le acumularon los errores: pasadas en falso, una banderilla en los costillares, un quiebro atropellado y un bajonazo a la hora de matar. En el otro se encontró con un toro muy manso al que dominó con técnica, pero con muy poca ilusión. Sus rejones y banderillas a la grupa así lo pusieron, tristemente, de relieve.
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