El orgullo del Valle del Kas

Pocos madrileños tienen tan a gala pertenecer a un barrio como los vallecanos. Es frecuente ver pegatinas y camisetas con emblemas sobre el Valle del Kas, algo que apenas sucede en otros vecindarios. Dicen que eso del Valle del Kas es más bien una leyenda, que no está comprobado que esas tierras del sureste de la capital perteneciesen a un musulmán llamado Kas. Pero la historia, cierta o no, ha dejado su impronta.

Puente de Vallecas es, con sus 237.953 habitantes, la principal cantera del PSOE. Este partido logró el 32% de los sufragios en las últimas elecciones municipales frente al 15% del PP y el 7% de IU. En los comicios autonómicos los socialistas consiguieron el 31% de los votos, el 18% el PP y el 6% IU.

Este distrito tiene una larga historia de movilizaciones vecinales para conseguir cuestiones tan básicas como una vivienda digna. En 1973, sólo en el barrio de Palomeras había 16.000 chabolas. Para paliar ese problema se construyeron, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, miles de viviendas sociales tanto en Palomeras como en Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo.

En el distrito han existido también poblados chabolistas convertidos en hipermercados de la droga como La Celsa y los Pies Negros, ya derribados.

Una vez erradicada casi toda la infravivienda, aunque todavía hay pisos pequeños y precarios en el caso antiguo, la siguiente reclamación de los vecinos ha sido paliar los problemas de paro (es el segundo distrito con más desempleados), pobreza, absentismo y fracaso escolar. Para ello han arrancado a la Comunidad un plan de inversiones que prevé destinar al distrito 108 millones de euros de 2000 a 2005. Más que en ladrillos se prevé invertir en programas sociales y escolares.

Casi dos de cada diez vecinos son mayores y un 10% procede de otros países. La renta per cápita anual de este distrito (7.747 euros) es inferior a la media de la ciudad.

Los vecinos de Puente de Vallecas sienten como suyo el Rayo Vallecano, equipo de fútbol en primera división. Sólo en este barrio se celebra una batalla naval, en las fiestas del Carmen, y que se reivindica a sí mismo como puerto de mar, pese a que las mareas baten a cientos de kilómetros de distancia.