Genio y figura hasta la sepultura
La campaña electoral terminó ayer en las principales cadenas de televisión con las mismas imágenes del comienzo: una batalla, según el Partido Popular, de vida o muerte. José María Aznar, como si se hubiese tratado de un duelo, escogió el arma, aquél según el cual no hay mejor defensa que un ataque devastador. Y, hasta el último hálito de la campaña, se aferró a su opción. Las cadenas de televisión, unas mejor que otras, según los gustos, reflejaron esa tensión.
Ayer al mediodía, Aznar protagonizó un encuentro con 600 jóvenes para explicarles su filosofía de la vida. Aznar y sus colaboradores siempre habían dicho que respetaban las grandes manifestaciones contra la guerra de Irak, quizá las más grandes de todo el planeta. Pero ayer fue evidente que era falso. Que Aznar conserva un resentimiento a flor de piel. Y ayer salió. Fue Rosa Lerchundi, la periodista de Tele 5 quien dio cuenta, en el informativo que presenta Ángels Barceló, de que "hubo descalificaciones del PSOE y muchas".
- Eso de darse paseítos enrollado en la pancarta contra lo que sabemos que nosotros hemos suprimido, el servicio militar, duro, duro, es duro y recordar que cuando eran otros momentos hubo otras intervenciones y mandaban los progres simpáticos mandaban a la gente que hacía la mili...
Ni a las tres de la tarde ni a las nueve ofreció Televisión Española esa imagen. El tono, con el verbo arrastrado, de Aznar reflejaba el estómago. En cambio, el telediario de las tres de la tarde ofreció un reportaje en el que un grupo de niños de la ciudad portuaria iraquí Um Qasar vendrán a la ciudad de Granada en las próximas semanas. La vitalidad de los niños de nueve años era estimulante. Unos niños que han sufrido la guerra.
Aznar, en Valladolid, insistió en una idea con la cual el ex presidente republicano Ronald Reagan ganó dos mandatos en Estados Unidos. La idea de si está usted mejor o peor. Aznar explicó a los vallisoletanos que los españoles estaban mejor ahora que hacía siete años y que por eso no quería él que nadie viniese a paralizar una España en marcha, en los próximos meses y años.
El periódico The Wall Street Journal, que recomendó de manera entusiasta la invasión de Irak y que patrocinó el artículo de los ocho estadistas europeos encabezados por Aznar y Tony Blair, señaló ayer que el presidente del Gobierno estaba buscando el apoyo para toda su política, de la cual la guerra había sido un punto central. Y, es verdad, Aznar quiere que el apoyo de los españoles mañana se extienda a la comprensión de su posición de apoyo a George W. Bush. Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero ha mantenido el tipo.
En cierto sentido, el modelo de Aznar es el Felipe González de 1986, aquel que se puso al frente de su partido, contra viento y marea, para convencer a los españoles de que debían apoyar el ingreso a la OTAN. No es ningún secreto que Felipe ejerce, simbólicamente, el papel de superyo de Aznar.
Ayer, en la segunda cadena, cerraron la campaña en los turnos electorales Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Él ya en plan robot. Ella con tanto Max Factor en el rostro como agotamiento de derrota.
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