Brindis a Curro
Dávila Miura pidió permiso al presidente para matar a su primer toro y buscó con cara de despistado un rostro conocido en la barrera. La gente, que es muy lista, le indicaba "ahí, ahí", aunque el torero no había preguntado por nadie. Pero no se equivocaron. Buscaba a Curro Romero, que ocupaba una barrera del 10, para brindarle el toro. El maestro retirado, muy repeinado, con algunos kilos de más, enfundado en un elegante terno azul, se levantó sin mucha convicción mientras Dávila, embelesado ante el ídolo, le dedicaba un largo parlamento. Tras el brindis, una parte de la plaza le dedicó a Romero una sentida ovación de reconocimiento y cariño.
Fue el momento más torero de la tarde. Pues, cómo sería la corrida... Hombre, de recuerdos también se vive, y la figura de Curro -inmortalizada ayer en un azulejo en Las Ventas- evoca momentos mágicos que quedarán para siempre en la memoria del buen aficionado.
De la Corte / El Fundi, Sánchez, Dávila
Toros del Conde de la Corte (uno rechazado en el reconocimiento) -2º, 3º y 4º, con el hierro de María Olea-, desiguales de presentación, mansos, descastados e inválidos; destacó el 4º por su movilidad. El Fundi: casi entera, perpendicular y baja (silencio); estocada baja (pitos). Manolo Sánchez: cuatro pinchazos y un descabello (silencio); estocada baja y dos descabellos (silencio). Dávila Miura: pinchazo y estocada trasera (ovación); estocada (silencio). Plaza de Las Ventas, 18 de mayo. 8ª corrida de feria. Lleno.
Dávila aprovechó las justas fuerzas del toro para pasarlo por alto con pinturería y abrochó los primeros compases con un excelente cambio de manos. Aún tuvo tiempo de pasarlo con la izquierda en dos largos naturales que ligó con el de pecho; pero, cuando quiso continuar, el toro se agotó y dijo que embistiera el torero. Unos ayudados garbosos pusieron punto y final a una entonada actuación que comenzó con una larga cambiada en el tercio y unas verónicas sin hondura pero ejecutadas con mucha decisión.
Se acabó el espectáculo. Punto y final.
Lo anterior y posterior no tiene más historia que un nuevo capítulo torista de invalidez, de bueyes de carreta, de decadencia absoluta y de unos toreros sin ilusión ni recursos.
Llama la atención cómo se guardan las formas en esta fiesta, cómo se mantienen leyendas y se dedican hipérboles inmerecidas, aunque la incontestable realidad sea más tozuda que las medias verdades. Legendario hierro del Conde de la Corte, decía ayer el programa de mano; reses de pura casta Vistahermosa, añadía la reseña de la ganadería. Pues será legendario y descenderá de uno de los troncos de la ganadería brava, pero lo que ayer se lidió en Las Ventas era pura basura ganadera por su falta de fuerzas, su ausencia de casta, de movilidad y de pujanza.
El Fundi, gladiador de antaño, apareció apagado y triste. Su primero no tenía un pase, pero quedó en total evidencia ante el cuarto, el único que se movió por ambos lados. Sánchez estuvo, pero no se notó; sin toros, pero muy precavido y con pocas ideas. Lo mejor, el recuerdo de Curro Romero. Quien no se consuela...
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