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Reportaje:

Un pulso diario con la vida

Joaquín Sabina espera ir de gira tras el verano cuando supere la laringitis

Está igual de tirillas que siempre. Esos meses de (ligera) gordura fueron un espejismo. Se debió a que había dejado de fumar tras sufrir en agosto de 2001 una isquemia cerebral. Ayer se presentó con un cigarro de plástico en la mano al que daba vueltas y vueltas, pero en la primera pregunta ya fumaba uno de verdad. ¿Otra vez fuma? "Después de ocho meses he vuelto, por eso estoy ronco, pero espero dejarlo definitivamente".

Hacía mucho calor y estaba tranquilo, con sentido del humor, hablador, aunque se mostraba algo inseguro. Un whisky con mucho hielo le ayudaba a superar esas pequeñas contrariedades. Presentaba un doble disco-libro que contiene la reedición del álbum Dímelo en la calle y otro CD con maquetas y algunos temas inéditos, ilustrado con dibujos de Sabina.

"Mi vida es infinitamente menos canalla que antes, pero la gente es libre de hacer interpretaciones"

Subido en la ola del éxito como poeta tras arrasar con Ciento volando de catorce (Visor), del que ha vendido más de 150.000 ejemplares, está en plena fase camaleónica. "No era mi intención enseñar estas cosas que guardaba para mí y mis amigos, pero como estaba malito y soy culillo de mal asiento, me puse a sacar estas cosas del cajón".

¿Y ahora cómo se encuentra?, la semana pasada canceló la gira de verano. "Tengo una laringitis por fumar que me impide cantar. El médico me ha pedido que esté callado un mes, que es lo que más me cuesta en esta vida, callarme, por eso haré la gira después del verano y en lugares un poco menos multitudinarios". Está como las tonadilleras, que es una de las cosas que más le hubiera gustado ser en esta vida. "Tengo la misma enfermedad que la Pantoja, o como Rosa de España, laringitis. También Ana Belén me llamó el otro día diciendo que había tenido lo mismo".

Pero hay rumores que dicen que igual es una recaída, que otra vez lleva una vida canalla parecida a la de antes... "Estoy infinitamente menos canalla. Pero la gente es muy libre de interpretarlo como quiera. Yo sólo puedo responder con mi obra".

Callejero impenitente, ahora se considera un hombre casero aficionado a la telebasura: "Antes de venir aquí estaba siguiendo un debate que lleva un mes danzando y es si Yola Berrocal le hizo o no una paja a Dinio en el autobús de Hotel Glam. ¡Qué falta de decoro! No soy un moralista, al contrario, pero el mal olor me afecta. El problema es la televisión, donde no hay ningún control para impedir esta bazofia".

Recién cumplidos los 54, describe así un día cualquiera en su vida: "Trabajo en casa, dibujo, no salgo. Eso sí, mi casa está abierta, no cierra de noche". Pero sus amigos serán más discretos. "Qué va, igual que siempre, mi casa es como un after hours".

En su mirada aparece un punto de tristeza cuando habla de las secuelas de la isquemia cerebral, asunto que por otro lado no elude. "Estás prácticamente repuesto al mes. Pero es engañoso. Los psicólogos y los psiquiatras, a los que nunca frecuento, dicen que se tiene después una especie de depresión. Y es verdad. Te queda dentro como un miedo. Aparentemente estás bien, pero sientes una especie de inseguridad física. Es como el título de la canción Nube negra, que viene de pronto, va y viene. Y ahí estoy".

Sabina hizo otro mutis en la entrega de los Premios de la Música, en abril. Estuvo ensayando hasta el día anterior y, encima, ganó el premio al mejor álbum con Dímelo en la calle. "Con la guerra no estaba con muchas ganas de sonreír y de dar gracias. No me parecía un momento de premios, ni de risas. Me quedé frente al televisor cagándome en los señores de la guerra y en quienes los apoyan".

Colchonero de pro, no quiere opinar sobre el rifirrafe que mantiene su discográfica con el Atlético de Madrid acerca del himno que él compuso y sobre el que no llegan a un acuerdo sobre los derechos de autor. "Detrás de todo conflicto siempre hay un desacuerdo económico, pero yo sólo deseo que se grabe".

Ahora no está ni más ni menos optimista ("No he sido optimista nunca, sí un pesimista con corazón alegre"), y el futuro más inmediato lo encara "peleando todos los días con la vida. Peleando con el toro que a veces se vuelve y te da un buen susto".

Joaquín Sabina, ayer, durante la entrevista en un hotel de Madrid. 

/ LUIS MAGÁN
Joaquín Sabina, ayer, durante la entrevista en un hotel de Madrid. / LUIS MAGÁN

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