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Reportaje:EL FUTURO DE LAS COMPAÑÍAS ELÉCTRICAS

Chispazos en el sector de la energía

El fracaso de la OPA de Gas Natural sobre Iberdrola y las citas electorales auguran un periodo de calma

Tras la tempestad, la calma. La OPA de Gas Natural sobre la segunda eléctrica del país, Iberdrola, lanzada en marzo con carácter hostil, fue acogida por el sector energético español como si se celebrara el día grande de las fallas en una gasolinera. Espectacular, arriesgado y fuera de los usos tradicionales de un sector estratégico en el que nada se mueve sin el consentimiento del Gobierno y cuyos protagonistas no llenan las plazas de un monovolumen.

El rotundo veto de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) a la operación impulsada por el primer accionista de Gas Natural, La Caixa, en contra de la opinión del segundo, Repsol YPF y la coyuntura política, con elecciones municipales, designación de nuevo candidato en el partido del Gobierno y elecciones generales en 2004, taponan la posibilidad de nuevas grandes operaciones en el sector, según coinciden las fuentes consultadas. Un disgusto para los bancos de negocios (de Deutsche Bank a Credit Suisse, pasando por Goldman Sachs) que en los últimos meses han hecho su agosto vendiendo valoraciones, proyectos de fusión y estrategias de defensa y ataque a todas las empresas.

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Las eléctricas han trabajado la paz con la Administración en el último año. Entre otras cosas, esa paz asegura a las cinco principales compañías subidas de la luz hasta el 2011 (máximo 2% anual) y el cobro por adelantado de 1.500 millones de euros en concepto de déficit tarifario. Con las subidas aseguradas, las empresas están volcadas en reducir la deuda que generaron sus aventuras en América Latina y en otros negocios y lo que es más importante, en convencer a los analistas de que son capaces de devolver lo que deben. De ello depende la calificación (rating) de su carga financiera y el precio en Bolsa. Para ello, todas las compañías están inmersas en ventas de activos no estratégicos (inmuebles, redes de transporte...) para hacer más presentables los balances.

La tarea es ardua. De acuerdo con los últimos datos de la asociación patronal Unesa (que agrupa a Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa, Hidrocantábrico y Enel-Viesgo), en 2002 las compañías han situado su endeudamiento en 42.975 millones de euros. Sólo 300 millones de euros menos que en 2001 después de haber vendido activos por importe de 5.600 millones. Todo ello en un año en el que, con una cifra de negocio de 15.694 millones de euros, han registrado un beneficio neto de 4.120 millones de euros, un 103% más que en 2001. La cifra incluye resultados extraordinarios netos de 1.485 millones de déficit tarifario (años 2000 y 2001), ventas de inmovilizado y los denominados "sobrecostes extrapeninsulares" o compensaciones por llevar la luz allí donde no es rentable.

En esta situación, con un sistema teóricamente liberalizado por completo tanto en gas como electricidad, las eléctricas no quieren líos. Su estrategia a corto y medio plazo pasa por intentar capear el temporal que parece remitir en América Latina, centrar su actividad en el núcleo del negocio y disputarse uno a uno los grandes clientes tanto en electricidad como en gas.

"El sector eléctrico" ahora, "no tiene ningún problema" se destaca en la cúpula de la primera eléctrica, Endesa. "Los pilares de la liberalización están funcionando muy bien", remacha el secretario de Estado de la Energía, José Folgado. "Los compromisos a 10 años firmados entre el sector y el Gobierno lo condicionan todo", se admite en la asociación patronal Unesa. Todas las declaraciones responden al mismo patrón: ahora, calma y compás de espera. Al menos hasta 2004, una vez pasadas las elecciones generales. Con la convicción, además, de que los grandes gigantes europeos y estadounidenses, los E.ON (la única compañía privada europea con mayor tamaño que Endesa), RWE, Duke Energy, Enel... no están para demasiadas aventuras, muy tocadas por la caída de las bolsas, la coyuntura económica internacional y los escándalos.

Incluso en Repsol YPF y en Gas Natural, donde la petrolera y La Caixa se han enseñado los dientes hasta el punto de revisar acuerdos de colaboración que parecían muy asentados, se hacen hoy llamamientos a la calma y proclamas de acuerdo. Aunque sin dejar de mostrar el colmillo.

Los movimientos, si mejora la coyuntura, pueden registrarse en torno a las compañías más pequeñas, Unión Fenosa, Hidrocantábrico y Enel-Viesgo. Para nadie es un secreto que el SCH, que controla una cuarta parte del capital de Fenosa, venderá sus acciones en cuanto el precio le interese. Y la inacabable creación del mercado ibérico de la energía, cuya dilación por parte portuguesa tiene muy enfadado al Gobierno español puede propiciar operaciones con epicentro en Hidrocantábrico, empresa en la que, excepcionalmente, el Ejecutivo español ha permitido la presencia de dos compañías extranjeras con mayoría pública, la portuguesa EDP y la francesa EDF.

Pero cualquier movimiento futuro tendrá que considerar muy atentamente la doctrina emanada de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) por el veto a la OPA sobre Iberdrola. Esa doctrina viene a decir que una empresa que desempeñe actividades reguladas (transporte y distribución de energía) y cobre por ello las tarifas que determina el Gobierno debe olvidarse de emplear el capital procedente de esas actividades para emprender aventuras. No caben cuentos de la lechera porque el dinero procedente de las tarifas sólo es para pagar los gastos en que incurre la empresa por prestar el servicio más el margen pactado.

"Hemos complicado la regulación", admite una fuente del consejo de la CNE que prefiere guardar el anonimato, "pero con ello se evitan operaciones que puedan pretender hacerse con una compañía rival sin poner un duro y pagando al fin con la caja que genera la compañía adquirida". Toda una carga de profundidad que puede interpretarse como un punto clave en el rechazo a la OPA de Gas Natural sobre Iberdrola.

La compañía gasista catalana (8,1 millones de clientes, la mitad de ellos en España; 805 millones de euros de beneficio neto en 2002 y sólo 1.600 millones de deuda) no se ha caracterizado nunca por asumir riesgos inversores. Ahora, está convencida de que integrar el gas y la electricidad en un gran grupo es el futuro. No lo ve así el Gobierno, que ya con motivo de las fracasadas fusiones Unión Fenosa-Hidrocantábrico y Endesa-Iberdrola dejó clara su preferencia por un sector eléctrico con un mínimo de cinco actores. El ministro de Economía, Rodrigo Rato, ha consolidado esa postura al señalar que no es necesaria una nueva reordenación del sector.

Pero una empresa "no está para invertir sus excedentes en bonos del Estado", señala gráficamente un alto cargo de la Administración en el sector energético. Gas Natural, con excelente liquidez, poca deuda y una participación en Enagás (el operador gasista dueño de los tubos) de todavía el 40,9%, está obligada a mover pieza. Lo ha hecho y ha fracasado provocando, de paso, una fuerte marejada en el seno de su principal accionista, La Caixa. Pero el futuro está por escribir. Después, eso sí, de las elecciones.

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