César Jiménez vende como nadie
Al sexto toro le pidieron el indulto, sobre todo un muy provocativo César Jiménez, pero antes, en banderillas, lo habían protestado por su floja condición y solicitaron su devolución. Paradojas del destino. Porque ese toro que cerró la corrida, bien hecho y rematado, como todo el lote, fue bravo. Derribó hasta dos veces, aunque del segundo encuentro con el caballo salió visiblemente renqueante de cuartos traseros. César Jiménez, que vende el producto a veces con excesiva teatralidad, le ofreció al toro lo que necesitaba: distancia. Se lo dejó venir de largo cada vez que comenzaba una serie. Y lucieron toro y torero. Más verdad en el escaso toreo que el matador puso en práctica con la mano izquierda; más ventajista con la diestra y, finalmente, apabullante en todo lo demás. Es decir, se llevó al público de calle en lo superficial y cómodo. Porque, eso sí, la gente se volcó con el torero, también con el toro, y acabó por sumarse a los excesos de provocación con que el torero pretendía el indulto de un toro que tuvo los honores póstumos de la vuelta en el arrastre.
Jandilla / Barrera, Juli, Jiménez
Toros de Jandilla. Bien presentados y buenos para la muleta, sobre todo el sexto. Vicente Barrera: silencio y oreja tras aviso.Fue asistido de una cornada en la pierna izquierda y múltiples contusiones de pronóstico reservado. El Juli: silencio y saludos. César Jiménez: oreja y dos orejas tras aviso. Plaza de Valencia, 10 de mayo. Media.
De ese excelente Jandilla, otro no menos bueno fue el tercero, que asimismo derribó. La faena de César Jiménez también tuvo más espuma que contenido, pero una rotunda predisposición. Más auténtico con la muleta en la zurda y más ventajista y superficial, también bastante afectado, cuando se llevó al toro por el pitón derecho.
El amor propio de Barrera, también un buen concepto de faena, tuvo justo premio ante un toro, el cuarto, que le propinó una gran paliza además de dos cornadas. Con el soso primero no pudo lucir.
Y El Juli mostró una cara triste y aburrida. Reiterativo y vulgar, nunca terminó de confiarse con el segundo. Y el excelente quinto mereció más de lo que le hizo el madrileño.
Babelia
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