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EL ENREDO
Columna
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Estar por ahí

1. El piloto de fórmula 1

"¿Pero cuántas familias reales hay en España?", se preguntaría el Papa al ver llegar a los veinte Aznar

Fernando Alonso todavía debe andar preguntándose quién sería aquel señor que le daba la espalda. El campeonísimo Schumacher le rociaba con cava, el público le aclamaba, era feliz con su segundo puesto..., pero el rabillo del ojo lo tenía ocupado en el tipo trajeado que, de espaldas al pódium, apenas a metro y medio, sin prestarle atención, cambiaba discretamente de pierna de apoyo, como un marinero en tierra o un pulpo en un garaje. El señor misterioso era el conseller en cap de la Generalitat, Artur Mas, que el pasado domingo inauguró una nueva modalidad de acto electoral, consistente en estar por ahí. Piqué hizo lo que siempre han hecho los políticos: entregar el premio y abrazar al campeón. Mas es de otra generación, y ha entendido que entregar el premio tiene el inconveniente de salir por la tele de espaldas. De manera que allí se quedó, sonriendo a la cámara, como quien se ha colado en El show de Truman y saluda a una prima.

2. Bah,

seguro que no fue así como lo cuento. Además, Piqué y Mas tuvieron el detallazo de no acudir a premiar al piloto acompañados de veinte familiares, como hizo Aznar con el Papa. "¿Pero cuántas familias reales hay en España?", se preguntaría el Papa al ver llegar a los veinte Aznar. Al día siguiente tuvo más fotos electorales: esta vez con Zapatero, ¡y cinco minutos de conversación! Los malvados dirán que con cinco minutos sobra para que Zapatero explique su programa. Les bastaron dos frases. Cuando hay química... El Papa preguntó por Felipe, que ya es retranca, y Zapatero le prometió que se llevará bien con la Iglesia cuando gobierne. O sea, que de quemar conventos y radicalismos así, nada. Descartado.

3. Qué decepción

comentar esas banalidades con quien estableció que Dios no tiene barba, que el Infierno no quema y que en el Cielo nadie sabe tocar el arpa porque no se puede apoyar. Alguien así por fuerza tiene que saber miles de cosas interesantes: quién es el sucesor, donde escondió Sadam la viruela, por qué los directivos del fútbol son constructores... Lo de los veinte Aznar parecía una fanfarronada de sobremesa, de haberse picado con un cuñado que alardea de conocer al dueño de El Corte Inglés. "Pues yo conozco al Papa de Roma. ¿Queréis ir a verle? Yo conozco a mucha gente, y voy a la ONU a hablar de trorismo si quiero, y envío soldados a Irak sin consultar al Parlamento". "Vestiros, nenes, que papá ha tenido un pronto". "¡¿Otra guerra?!". "No, hoy vamos con el de blanco". "Jo, ¿cuándo nos llevas a las Azores?". "Cuando pasen las elecciones, nena, que mamá tiene que ser concejala".

4. ¡Con la ilusión que le hacía a Anasagasti!

Llamazares no dijo nada, pero seguro que también le hubiera gustado: "Menuda hombrada, Santi. Entre usted y yo casi paramos la guerra". El Papa podría haber dejado un retrato de cartón, como esos que se ponen en algunas ferias, para que los políticos se fotografiaran junto a él. Más de uno se hubiera retratado. Lo importante en política ya no es lo que se hace, ni siquiera lo que se dice. Lo importante es estar por ahí.

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