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Columna
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Málaga, con José Hernández

Hace no tantos años llegar a Málaga desde Granada en automóvil era una odisea interminable. Hoy, hora y media después de enfilar la Vega, se puede estar saboreando unas sardinas asadas en El Palo, frente al mar. Es una indudable ventaja.

Málaga está demostrando últimamente ser una de las ciudades andaluzas, y españolas, que más confianza tiene en su futuro. Y es verdad que con el AVE que llegará pronto, el Museo Picasso que va viento en popa, su campus universitario, su empuje tecnológico, su puerto de mar y su aeropuerto internacional -amén del hermoso clima y de los otros atractivos y activos de siempre- todo parece confirmar la pujanza actual del viejo centro comercial fenicio y griego.

Así lo fuimos comentando unos amigos la semana pasada, al bajar desde Granada para asistir por la tarde a la inauguración de la ambiciosa retrospectiva, en el Palacio del Obispo, del genial artista José Hernández, que trabaja parte del año en la Sierra de Málaga.

Llegamos ignorantes de que se ruedan estos días en la ciudad unas secuencias de la película El puente de San Luis Rey, "superproducción" británica-española-francesa, y ello, concretamente, en la plaza en que se erige el Palacio del Obispo, que encontramos, extrañados, convertida en plaza colonial. ¿Lo había dispuesto así José Hernández, muy experimentado en decorados teatrales? Sí, seguramente tenía que ver con la exposición. Lo raro, sin embargo, era que la fachada del palacio no ostentaba ningún cartel indicando que dentro se mostraba la obra de uno de los mayores artistas españoles vivos.

Luego todo se aclaró. Qué despiste. Y qué sarcasmo que el nombre que más sonaba en la Plaza del Obispo la tarde de la inauguración -y a lo largo de los días siguientes- no fuera el de José Hernández sino el de Robert de Niro. Pues por muy digna que salga la película de marras, podemos estar seguros de que, en comparación con la obra de José Hernández, se tratará de poca cosa.

La retrospectiva, que debido a la fascinación de los medios con De Niro y compañía no ha recibido la publicidad merecida, es sencillamente asombrosa. Cubre -cuadros, grabados, dibujos, obra para el teatro- todos los periodos y registros del artista, y permite seguir paso a paso el desarrollo de uno de los universos pictóricos más misteriosos y más originales jamás creados. ¡Cómo dibuja Hernández! Dalí a su lado parece un principiante. ¡Y qué cosas nunca vistas coloca delante de nuestros ojos! El magnífico catálogo, preparado por la irlandesa Rosemary Mulcahy, está siendo ya pedido desde países tan lejanos como Japón, y se convertirá pronto en pieza de coleccionista.

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La exposición sólo permanecerá abierta hasta el 1 de junio, y no se va a repetir en ningún otro sitio. No se la pierdan ustedes. Han venido obras de muchos países y que quizá nunca más se vuelvan a juntar. Esperemos que los medios, superada la fascinación con el rodaje, den ahora a la retrospectiva la publicidad necesaria para que todos los andaluces que aman el arte, empezando por los mismos malagueños, se enteren de la maravilla que alberga actualmente esta gran ciudad mediterránea tan abierta al mundo.

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