Ahora me toca a mí
Buscarle un por qué al Atleti, en mi caso, es muy simple. Me sedujo completamente su centenaria historia, su gente, el desafío de lidiar el infortunio y devolver al equipo a Primera, el romance con una casaca que es una de las piezas fundamentales del fútbol español. Y todo eso, afición, colores, historia, sabor, encerrando en su interior a una de las personas más nobles que he encontrado dentro del fútbol: Luis Aragonés.
Ahora, colémonos por una ventana y espiemos el vestuario rojiblanco. La primera impresión, la que cuenta, fue perfecta. Era lo que yo esperaba. Años de fútbol contenidos, años de pasión desenfrenada, años de ansiedades enquistadas en sus taquillas. El olor, el dolor, el amor, dentro de sus cuatro paredes. Sus camillas, sus cristales, sus espíritus inmortales que aún siguen dando vueltas por ahí como vagabundos, almas errabundas del arte del balón.
Y ¿por qué sufrir cuando se ama? y ¿por qué querer aferrarte a algo aunque te haga daño, cuando provoca un dolor insoportable? Eso es el Atleti. Tener el alma marcada a fuego con las franjas rojas y blancas. Unas franjas, un colorido contagioso como un virus que se inocula sin previo aviso, por sorpresa. Y una vez atrapado, no te abandona nunca.
Soy del Atlético porque sigo creyendo en la pasión por las cosas.
Sigo creyendo en el poder de cambiar el final de las historias.
Sigo creyendo en la fuerza de unos colores.
Sigo creyendo en la picardía que esconde el balón.
Sigo creyendo en los desbordes del corazón.
Y es que ahora me toca a mí escribir sobre los sentimientos. Ahora me toca a mí brindar con alegría. Feliz cumpleaños, Atleti. ¡Salud!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.