Radicalismo antigranadino
A Granada le niegan el pan y la sal. Centrémonos en el tema vital y actual de las infraestructuras. La aglomeración urbana de Granada es la séptima de España. Pero, sobre todo, Granada recibe, y en un flujo constante, casi dos millones de visitas al año (la quinta de España). Esta gente que, desde luego, no viene andando, tampoco lo hace en avión, porque nuestro aeropuerto es de risa. No vienen en tren, porque nuestros trenes son casi tercermundistas, así como tampoco vendrían en diligencia si la hubiera. Vienen, por tanto, por carretera, jugándosela, y atascando aún más nuestras vías.
¡Y qué vías! Los atascos camino de Motril son famosos en los partes nacionales de tráfico. Nuestro litoral es el único tramo costero en España sin autovía. Y nuestra circunvalación, que es una tangente, con sus chapuceros y baratos accesos y desdoblamientos, ya nació obsoleta.
Desde las Administraciones se reconoce el enorme tránsito de vehículos en el área metropolitana. Pero el metro, la única solución verdadera, no camina. Por si acaso la segunda circunvalación valía para algo, Cascos la ha paralizado.
Pero el colmo de la inquina, del radicalismo antigranadino, ha sido la amenaza de recurso del Ministerio de Fomento ante la inversión que la Junta pretendía hacer en el tramo de alta velocidad Bobadilla-Granada. La Junta de Andalucía lleva haciendo, desde el año 1985, estas mismas actuaciones con autorización de los distintos gobiernos, incluso en este mismo momento en otros tramos de Andalucía, pero desde Madrid sólo se amenaza el nuestro. ¿Por qué tamaña desvergüenza?
Granada, poco o nada le debe al gobierno autónomo. Durante ya decenios, nuestros grises políticos han mirado a otro lado ante el expolio, ante las inversiones chapuceras y con cuenta gotas. A veces, incluso, nos han vendido humo. Pero, en este momento, la desfachatez tiene nombre: Cascos. Los políticos granadinos del PP tienen una bonita oportunidad para ir a Madrid a morder, a arañar, a demostrar dignidad, o a dimitir.
Y no sólo ellos, todos los políticos, la sociedad, los medios de comunicación (importantísimos), todos y cada uno de los ciudadanos. Debemos parar estas afrentas continuas. Movámonos, canalicemos nuestra energía. Salgamos de este ostracismo.
No hay alternativa, o eso o Granada pronto será una ciudad de tercera y el que pueda que haga las maletas.
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