Magia brasileña en el agua

Ricardo Perrone Rocha es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Federal de Río de Janeiro, donde nació hace 26 años. Desde hace dos, reside con su compañera, Ana, y su hija, Luiza, en el barrio del Poble Nou, de Barcelona, ciudad a la que llegó para dedicarse a su otra gran vocación, el waterpolo, un deporte que "no existe en Brasil".

Tras fichar por el CN Barcelona, Perrone fue la revelación de la temporada 2001-02. Kiko, como le llama su familia, ganó la Liga y la Copa y se erigió en el máximo artillero: 72 goles. Llegó como un desconocido, pero pronto los expertos preguntaron sobre este jugador diestro de 1,77 metros y 75 kilos. ¿Cómo era posible que un brasileño actuara en la piscina con la genialidad de Zico o Romario en un campo de fútbol?

Toni Esteller, técnico del CN Barcelona, encontró un filón en Perrone, que, junto con el corpulento hispano-cubano Iván Pérez, forma una pareja desequilibrante. Y Joan Jané, el seleccionador, se asombra aún cuando ve sus movimientos con el balón y sin él. "Kiko es inteligente dentro y fuera de la piscina y rápido, sale bien al contraataque y es un excelente tirador exterior. Dicho con respeto, su parecido con Manel Estiarte es asombroso".

Jané no dudó en incorporar a Perrone al equipo nacional al enterarse de que tenía la nacionalidad española desde 1998 por su ascendencia catalana. Pero Ricardo, cien veces internacional con Brasil entre 1994 y 2001, debía esperar un año para el cambio, el tiempo que la federación internacional exige.

Cumplido el plazo, Perrone debutará este verano con la selección, campeona olímpica en Atlanta 96 y bicampeona mundial en Perth 98 y Fukuoka 01, en el Campeonato de Europa, que se disputará en junio en Eslovenia, un mes antes de los Campeonatos del Mundo de Barcelona. La previsión era que se estrenara en el Preeuropeo de Kiev, pero una perforación del tímpano le dejó fuera.

La selección prodigiosa tendrá a partir de ahora magia brasileña, un ingrediente añadido al sabor cubano de Iván Pérez, cuya nacionalización siguió los trámites normales de un deportista de élite al tener que acreditar un mínimo de dos años residiendo en España. No ha sido ése el caso de Kiko. Su pasaporte fue automático por su ascendencia: Gironella, localidad situada a un centenar de kilómetros de Barcelona, de camino hacia el Pirineo.

"Mi abuela, Nuria Heras, nació en Gironella, al igual que sus padres, Joan y Remei, una familia obrera catalana que trabajaba en la industria textil", relata Perrone. Kiko no les conoció, pero cuenta con orgullo su historia, transmitida por su madre, Ema. "Mi bisabuelo murió a los tres meses de llegar a Brasil, en 1950. Mi bisabuela, Remei, se quedó sola con tres hijos y salió adelante como gobernanta en una casa".

Ema se casó con Ricardo Perrone, un ingeniero brasileño practicante del waterpolo, el surf, la pesca submarina y el judo. De él heredaron la afición sus hijos, Kiko y Felip, de 16 años, que la próxima temporada jugará junto a su hermano en el CN Barcelona. También Roberta, la hermana, de 24 años, fue plusmarquista brasileño en los 200 metros espalda. "Mi padre no nos obligó a jugar el waterpolo. Nos dejó libertad, pero fue mi opción fue natural", argumenta Kiko. Papá Perrone, a sus 50 años, permanece en activo como waterpolista y, con sus hijos, ganó el Campeonato de Brasil de 2000 con el Vasco da Gama. Un caso insólito en el deporte de élite.

Kiko está en el CN Barcelona por Iván Pérez, con quien coincidió en el Campeonato del Mundo de Fukuoka. "El portero de Brasil conocía a Iván y me enteré de que el Barcelona tenía una ficha libre después de que Guillermo Molina fichara por el Pescara". Dos años después, Kiko ya sólo piensa en la selección y en Atenas- 2004.

"Mi referentes desde la adolescencia han sido España y Estiarte. Me fijaba en sus movimientos, en cómo se deshacía de los defensores. Yo soy como él en lo físico. Por eso procuro entrenarme más. Tengo todo por hacer", concluye.